Las afirmaciones de un ministro del Gobierno español de que la ganadería industrial está dañando el medio ambiente y provocando la exportación de carne de mala calidad han provocado una furiosa reacción tras la publicación de sus comentarios en el periódico británico The Guardian.
En una entrevista publicada el 26 de diciembre, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, defendió el pastoreo tradicional “como medio de ganadería medioambientalmente sostenible”.
“Eso es sostenible; lo que no lo es en absoluto son estas llamadas megagranjas”, dijo. “Encuentran un pueblo en un lugar despoblado de España y meten 4.000, o 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”.
Sus declaraciones han provocado la indignación de la industria cárnica, de los políticos de la oposición y del propio Gobierno. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, dijo que Garzón hablaba a título personal. Añadió que la industria ganadera era “una prioridad absoluta” para el Gobierno y alabó la “altísima calidad” de sus productos.
Lejos de arrepentirse, Garzón rechazó la afirmación de que hablaba a título personal. “Lo que dije, lo dije como ministro de Consumo. No hay otra forma de verlo”, dijo en una entrevista radiofónica en la Cadena Ser, añadiendo que sus comentarios fueron “impecables”.
“No estoy diciendo nada nuevo”, dijo a la emisora. “Sólo transmito lo que dicen los científicos. Todo el mundo sabe que la cría industrial de carne provoca contaminación… y emite gases de efecto invernadero. Europa ha presentado una demanda contra España por el nivel excesivo de contaminación por nitratos”.
Garzón también señaló que mientras la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda comer entre 200 y 500 gramos de carne a la semana, el español medio consume más de 1 kilo.
El presidente de la asociación agraria Asaja, Pedro Barato, acusó a Garzón de irresponsable y pidió su dimisión. “La ganadería española depende de las exportaciones para sobrevivir”, dijo. “No se puede lanzar este tipo de mensajes en la prensa internacional”.
Álvaro Mateos Amann, presidente de la asociación vasca de veterinarios de Vizcaya, también exigió la dimisión de Garzón, diciendo que los comentarios de lo que llamó el “pseudo-ministro” eran otra demostración de “la mala calidad de nuestros representantes políticos y su falta de respeto por el sector ganadero”.
El partido de centro-derecha Ciudadanos dijo en un comunicado que “en un solo párrafo” Garzón había causado un daño “irremediable” a la industria ganadera española, mientras que Pablo Casado, líder del partido conservador Popular, dijo que era “inaceptable que el Gobierno dijera a la prensa internacional que España exporta carne de mala calidad procedente de animales maltratados”.
Es decir, las críticas se centran en el empleo y la economía, pero no en los hechos que Garzón expuso, en cuanto al grave perjuicio medioambiental y la mala calidad de la carne procedente de animales que sufren.
Un informe publicado en octubre afirmaba que la cría intensiva de cerdos probablemente desempeñó un papel importante en una de las mayores catástrofes medioambientales de España, que provocó la muerte de miles de peces en el Mar Menor, una laguna de agua salada en el sureste de España.
Los científicos culpan a décadas de vertidos cargados de nitratos procedentes de las granjas de haber desencadenado enormes floraciones de algas que agotan el oxígeno del agua, provocando la asfixia de los peces bajo el agua.
En Sociedad Vegana hemos traducido la entrevista completa concedida por el ministro Garzón a The Guardian, publicada el 26 de noviembre:
Los españoles deberían comer menos carne para limitar la crisis climática, dice un ministro
Alberto Garzón quiere que la población reconozca el impacto de las megagranjas en el medio ambiente y cambie sus hábitos alimentarios
Comer menos carne será fundamental para ayudar a España a mitigar los efectos de la emergencia climática, frenar el proceso de desertización y proteger su vital industria turística, ha dicho el ministro de Consumo del país.
Alberto Garzón dijo que los españoles tienen que darse cuenta del enorme impacto que el consumo de carne -en particular la carne de vacuno criada en megagranjas industriales- tiene en el medio ambiente, y cambiar sus hábitos alimentarios en consecuencia.
“La gente aquí conoce el papel que desempeñan los gases de efecto invernadero en el cambio climático, pero tiende a relacionarlo con los coches y el transporte”, dijo Garzón a The Guardian.
“Hace muy poco que todo el mundo empezó a fijarse en el impacto de la cadena de consumo animal y, sobre todo, en el impacto de la carne de vacuno. Otros países estaban bastante avanzados en eso, pero en España ha sido un tabú”.
La ministra afirmó que la geografía del país lo hace profundamente vulnerable al cambio climático, y añadió que la España que la gente conoce y ama corre el riesgo de desaparecer para siempre.
“Si no actuamos, no será sólo el cambio climático al que nos enfrentemos, será la triple crisis: la pérdida de biodiversidad; la contaminación y el cambio climático”, dijo.
“Sería el fin para un país como España. España es un país de la cuenca mediterránea -no es el Reino Unido o Alemania- y la desertificación es un problema muy grave para nuestro país, entre otras cosas porque depende mucho del turismo. Visitar un desierto no es tan atractivo como visitar la Costa del Sol”.
Garzón dice que los españoles no tienen que dejar de comer carne, pero sugiere que coman mucho menos y que se aseguren de que sea de buena calidad, por el bien de su salud y del medio ambiente. Contrasta los productos baratos de producción masiva con la carne criada de forma tradicional.
“La cría extensiva es una forma de ganadería sostenible desde el punto de vista medioambiental y que tiene mucho peso en zonas de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura”, afirma.
“Eso es sostenible; lo que no lo es en absoluto son las llamadas megagranjas… Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4.000, o 5.000, o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”.
El ministro también se refirió a un reciente informe en el que se constata que 20 empresas ganaderas son responsables de más emisiones de gases de efecto invernadero que Alemania, Gran Bretaña o Francia.
Garzón, economista y coordinador de la alianza de Izquierda Unida en el gobierno de coalición liderado por los socialistas españoles, fue noticia cuando en julio instó a los ciudadanos a reducir su consumo de carne.
Señaló que el español medio come más de un kilo de carne a la semana, a pesar de que la agencia alimentaria del país recomienda comer entre 200 y 500 gramos, y que España es el país de la UE que más carne come, sacrificando 70 millones de cerdos, vacas, ovejas, cabras, caballos y aves al año para producir 7,6 millones de toneladas de carne.
Sus llamamientos han sido objeto de burla y rechazo, sobre todo por parte de sus propios socios de gobierno. La ministra de Agricultura dijo que el sector agrario estaba siendo objeto de “críticas profundamente injustas cuando merece respeto por el trabajo honesto que realiza tanto para nuestra alimentación como para nuestra economía”, mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pareció burlarse de la sugerencia, diciendo: “Hablando personalmente, un filete al punto es difícil de superar”.
Garzón atribuye el fuego amigo a lo que denomina diplomáticamente “los diferentes programas y políticas” de los partidos de la coalición, y dice que siempre supo que enfrentarse a la industria cárnica provocaría una respuesta furiosa.
“Sabíamos desde el principio que el tema sería controvertido, pero había que hacerlo”, dijo. “Otros países -como Alemania, Reino Unido y Francia- nos llevan mucha ventaja en esto. Era la primera vez en España que alguien del Gobierno decía lo que los científicos llevan diciendo desde hace mucho tiempo.”
La ministra también se dio cuenta de que la mayoría de las críticas públicas procedían de hombres que, al parecer, “sentían que su masculinidad se vería afectada por no poder comer un trozo de carne o hacer una barbacoa”. Las mujeres, en cambio, se mostraron mucho más receptivas al mensaje.
“Creemos que una parte de la sociedad ya estaba preparada para ello y se había mentalizado”, dijo. “Pero todavía teníamos que empujar y no había ningún partido político que nos apoyara. Ni uno. Ni siquiera dentro de la coalición de gobierno”.
No obstante, Garzón está convencido de que en España se está produciendo por fin un debate público sobre la carne que debería haberse producido hace tiempo.
“Las organizaciones de la sociedad civil y las asociaciones de ecologistas, pediatras, médicos y nutricionistas salieron a defendernos hasta el final”, dijo.
“Creo que eso nos ayudó a ganar el debate, porque el tema se debatió durante tres días en todos los telediarios y en los bares”.
Fotografía del ministro Alberto Garzón: Wikipedia
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