En un giro calificado de sorprendente por observadores, la Corte Suprema de Estados Unidos ha respaldado una norma de bienestar animal, votada por los ciudadanos, venciendo a los cabilderos corporativos que se oponían a ella.
La decisión llega en medio de una creciente tensión entre la industria cárnica y un amplio espectro de consumidores, defensores de los animales, granjeros, chefs, minoristas y otros que exigen un cambio en las prácticas de crueldad animal. Este triunfo destaca la relevancia del activismo de base y reafirma el papel de la democracia en la protección del bienestar animal.
Jim Hightower, columnista de OtherWords y destacado comentarista de radio y orador público, ha escrito un artículo de opinión, que hemos traducido y reproducimos en Sociedad Vegana con su autorización:
Resulta curioso que una industria opte por atacar a sus propios consumidores como estrategia de marketing
No obstante, eso es exactamente lo que está haciendo la industria cárnica dominante — presidida por gigantes como Tyson, Smithfield, JBS y Hormel, que controlan casi el 70 por ciento del mercado porcino en Estados Unidos.
‘Solo calla y cómete tu tocino’, gruñe la industria.
Este berrinche corporativo se dirige al creciente movimiento de consumidores, defensores de los derechos de los animales, granjeros, chefs, minoristas y otros que están indignados y repugnados ante la forma en que ‘Big Pork’ lucra a expensas de la crueldad hacia los animales.
‘¡Este asunto no les compete!’ exclaman enfurecidos los ejecutivos, cabilderos, abogados y políticos a sueldo que administran este sistema tortuoso.
Pero organizaciones valientes como Human Society han logrado adentrarse en las fábricas industriales de animales, filmando escenas horrendas de miles de cerdas preñadas encerradas durante 16 semanas en jaulas de gestación tan pequeñas que los animales no pueden siquiera darse la vuelta. En 2018, estas impactantes revelaciones llevaron al 60 por ciento de los votantes de California a aprobar una iniciativa que prohíbe el uso de estas crueles jaulas.
Añadiendo estupidez plutocrática a su codicia, los magnates porcinos luego demandaron al pueblo de California. Sí, estos acaparadores de la industria del cerdo se atrevieron a decir que la democracia no debe entrometerse en las ‘prácticas comerciales correctas’.
Poco importa que muy pocos de nosotros, los ciudadanos comunes no corporativos, consideremos que el sufrimiento animal sea una práctica correcta. Incluso la Corte Suprema, a menudo indulgente con las corporaciones, se sorprendió ante las pretensiones de la industria de tener el poder absoluto para dictar el menú al público.
Este mayo, en una extraña decisión tomada por dos jueces progresistas y tres corporativistas, el Tribunal dictaminó que ‘las elecciones de política como estas generalmente corresponden al pueblo’. Bueno, sí — ¡y a los animales!
Este es un claro ejemplo de cómo el activismo de base puede tener un impacto significativo. Para seguir participando e informándose, visite humanesociety.org.
Por Jim Hightower
Ilustración: Jim Hightower, en OtherWords. Fotografía de cerdas en jaulas de gestación vía Wikimedia Commons. Imagen compuesta vía Canva.