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La tragedia de las piscifactorías de salmón en Noruega: Una historia de sufrimiento y codicia

En los prístinos fiordos de Noruega, una oscura realidad acecha bajo la superficie. La industria salmonera del país, la mayor del mundo, se asienta sobre una base de inmenso sufrimiento animal y destrucción ecológica.

Un reciente reportaje de la Corporación Noruega de Radiodifusión (NRK) arroja luz sobre esta sombría verdad a través de las historias de “Lisa”, un salmón, y “Laura”, un piojo del salmón.

Lisa representa a los millones de salmones confinados y obligados a nadar en círculos en las estrechas jaulas de las piscifactorías noruegas. Desde el momento en que es arrojada al mar, Lisa sufre una vida de miseria. Las condiciones de hacinamiento son un caldo de cultivo para enfermedades y parásitos, incluido el infame piojo del salmón.

Laura, el piojo del salmón (Lepeophtheirus salmonis), simboliza en el reportaje de NRK las desenfrenadas parasitosis que asolan las piscifactorías noruegas. Laura prospera en un entorno antinatural y densamente poblado que debilita la resistencia de sus hospedadores. Su presencia es consecuencia directa de los desequilibrios ecológicos fomentados por las prácticas de la industria acuícola.

Para combatir los piojos, los piscicultores someten a los salmones a un cruel procedimiento denominado “despiojamiento térmico”. Los peces son arrojados a agua calentada hasta los 28-34°C. Para una especie de agua fría, como el salmón, es un tormento inimaginable, parecido a ser hervido vivo. En su reportaje, NRK presenta una filmación de las desesperadas contorsiones de un salmón sometido al tratamiento. Muchos salmones mueren o sufren graves heridas durante el despiojamiento térmico. Los supervivientes quedan debilitados y vulnerables a las enfermedades.

La crueldad del despiojamiento térmico es innegable, al punto que en 2019, la Autoridad Noruega de Seguridad Alimentaria (Mattilsynet) anunció planes para eliminar gradualmente la práctica debido a preocupaciones sobre el bienestar animal. Sin embargo, en un sorprendente vuelco, la agencia cedió a la presión de la industria y abandonó la prohibición en 2021. Ahora incluso avala el escaldado del salmón como “viable”, priorizando el lucro sobre la prevención de la crueldad animal.

El sufrimiento infligido por el despiojamiento térmico se ve agravado por la ineptitud de los trabajadores. Los salmones estresados son bombeados bruscamente a los barcos de tratamiento, sufriendo a menudo más lesiones por colisiones o atascándose en las tuberías. En uno de los casos documentados por NRK, los trabajadores “olvidaron” llenar de agua las tuberías, con lo que los salmones fueron extraídos en seco. El mantenimiento deficiente de los equipos también provoca tratamientos chapuceros que prolongan la agonía de los peces.

Las escaldaduras no son el único tormento que sufren los salmones. Las enfermedades proliferan y provocan desde la ruptura del corazón hasta la putrefacción de la carne. Los piojos de mar mordisquean la piel de los peces, causándoles heridas en carne viva. En las jaulas superpobladas e inmundas, las infecciones se extienden como un reguero de pólvora. Los salmones que no son “sacrificados” rápidamente permanecen en la miseria, languideciendo a causa de llagas abiertas, deformidades y fallos orgánicos.

Sólo en la piscifactoría de Lisa perecieron más de 60.000 salmones en cuestión de meses, víctimas de virus, bacterias, hongos y parásitos. NRK entrevistó a una veterinaria que estudió anteriormente la industria y que ahora, presa del remordimiento, comenta: “Siento que he contribuido a que muchos salmones ahora sufran malos tratos. Ha sido muy duro pensar en ello. Aún me culpo por no haber sido lo suficientemente previsora”.

Sin embargo, movidos por la codicia, los piscicultores siguen atiborrando a más peces y manteniéndolos vivos a toda costa. Cada kilo extra significa un mayor lucro, sin tener en cuenta el precio de la agonía. Los salmones demasiado enfermos para terminar vivos el proceso de engorda son “sacrificados de urgencia”, un destino que a menudo se prolonga durante días debido a los procedimientos involucrados.

Esta es la desgarradora realidad que se esconde detrás de cada filete de salmón noruego de piscifactoría: una industria basada en el maltrato sistemático de animales a gran escala, todo ello para satisfacer una demanda sostenida, e incluso creciente desde mercados asiáticos y árabes. Como escribió el ecologista Patrick Curry: “La destrucción ecológica y el maltrato de los animales están integrados en las estructuras de la economía global moderna. Combatirlos exige enfrentarse cara a cara con todo su horror y reconocerlos por lo que son”.

Nosotros, como consumidores, tenemos el poder de oponernos a esta crueldad desmedida. No nos dejemos engañar por el lavado verde de la industria: no existe la cría de salmón “sostenible” o “humanitaria”. La opción más eficaz es no consumir salmón.

Con las abundantes opciones vegetales disponibles, podemos disfrutar de comidas deliciosas y nutritivas sin financiar el maltrato animal. Los salmones son criaturas sensibles que merecen vivir libres de tormento y sufrimiento. Conociendo la verdad que se esconde detrás de esta industria, vale la pena preguntarnos: ¿merece la pena el coste en agonía que supone saborear fugazmente su carne?

El camino está claro: es hora de boicotear la cría del salmón y todos sus productos. Al hacerlo, retiramos nuestro apoyo financiero y dejamos claro que no toleraremos una crueldad animal y un desprecio por los ecosistemas marinos tan flagrantes. La vida de los peces depende de ello, y nuestra propia humanidad así lo exige.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana

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Veganismo

Compasión, no superioridad: Comprendiendo el espíritu del veganismo

Las palabras de Michele McCowan: “No me siento superior por ser vegana. La verdad es que soy vegana porque no me siento superior a los demás” son una profunda inspiración. Quiero compartir con ustedes que el veganismo es un estilo de vida que no se basa en la arrogancia, sino en la elección compasiva de extender el respeto y la bondad a todos los seres.

En las innumerables conversaciones sobre el veganismo, es común la impresión errónea de que quienes elegimos este camino lo hacemos desde una posición de superioridad percibida. Esta narrativa, a menudo articulada de diversas formas, percibe a los veganos como antipáticos enjuiciadores desconectados de la realidad. Sin embargo, esto no podría estar más lejos de la verdad, especialmente en mi experiencia y en la de muchos otros que han elegido este camino por razones más bien ancladas en la humildad y la compasión.

Michele McCowan ofrece una claridad alentadora: “Soy vegana porque no me siento superior a los demás”. Este sentimiento resuena profundamente en mí, encapsulando la esencia de por qué adopté el veganismo, hace unos 11 años. No se trata de arrogarme superioridad ni de ser más iluminado que los no veganos; se trata de reconocer que no tengo más derecho a la vida y a la felicidad que cualquier otro ser de este planeta.

La base de la empatía

En esencia, el veganismo es un ejercicio de empatía. Es una práctica diaria de ponerse en los zapatos -o quizá en las pezuñas, patas y garras- de los vulnerables y los que no tienen voz. Implica reconocer el dolor y el sufrimiento que nuestro estilo de vida puede infligir a otros seres y decidir tomar un camino que minimice el daño. Esta decisión surge de un sentimiento de humildad, reconociendo que en el gran entramado de la vida no somos más que un hilo entre muchos, cada uno merecedor de respeto y bondad.

Un cambio más allá de la dieta

Para muchos de nosotros, lo que empezó como un cambio dietético evolucionó rápidamente hacia algo mucho más profundo: un enfoque holístico de la vida que busca la armonía con el mundo que nos rodea. El veganismo va más allá de lo que ponemos en nuestros platos; influye en todos los aspectos de nuestras vidas, desde la ropa que llevamos hasta los productos que apoyamos. Es un testimonio de nuestra creencia en un mundo donde la compasión se impone a la comodidad, y las consideraciones éticas guían nuestras elecciones.

Desafiando el complejo de superioridad

La idea errónea de que los veganos se sienten superiores a los demás menosprecia los fundamentos compasivos del veganismo. Pasa por alto la introspección, la vulnerabilidad y la determinación necesarias para desafiar las normas sociales y tomar decisiones que van en contra de la corriente. Adoptar el veganismo no consiste en elevarse por encima de los demás, sino en alinearse con un profundo nivel de respeto y empatía hacia todos los seres, independientemente de su especie.

Invitación a la empatía

Con este artículo, les invito a mirar más allá de los estereotipos y malentendidos sobre el veganismo. Es una llamada a explorar las raíces profundas y empáticas que motivan a muchos de nosotros a vivir de esta manera.

Como dice Michele McCowan, no se trata de superioridad, sino de solidaridad y empatía con seres sintientes. Ya sea usted vegano, vegetariano u omnívoro, la esencia de esta opción es algo que puede unirnos a todos: una empatía compartida y el deseo de un mundo más bondadoso y, por cierto, más sostenible.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana

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Veganismo

Cómo el veganismo se alinea con la intención divina y profundiza la conexión espiritual

En la búsqueda de una conexión más profunda con lo divino, a menudo ignoramos el impacto espiritual de nuestras preferencias alimentarias. Este artículo examina cómo el veganismo, más allá de sus beneficios para la salud y el medio ambiente, puede fortalecer nuestra relación con Dios y enriquecer nuestra vida espiritual

Nuestros hábitos alimentarios son algo más que una cuestión de gusto o nutrición; reflejan nuestros valores, nuestra relación con el mundo que nos rodea y, en última instancia, nuestra conexión con lo divino. Esta perspectiva invita a una profunda reflexión sobre la forma en que nuestras decisiones alimentarias se alinean con nuestras creencias espirituales, instándonos a reconsiderar el impacto del consumo de productos animales en nuestra relación con Dios y lo divino.

Intención divina: Las plantas como sustento de la humanidad

Desde las primeras escrituras, muchas enseñanzas religiosas destacan la generosidad de las plantas como sustento de la humanidad. La Biblia, por ejemplo, menciona en Génesis 1:29: “Os doy toda planta que dé semilla sobre la faz de la tierra y todo árbol que tenga fruto con semilla. Os servirán de alimento”. Este pasaje subraya una preferencia divina por la alimentación basada en plantas, alineando nuestras elecciones dietéticas con la compasión y el respeto por todos los seres vivos.

El dilema ético: los animales como seres sintientes y la creación divina

Una interrogante problemática surge cuando consideramos la naturaleza de los animales y su lugar en la creación divina: ¿Por qué Dios daría a los animales la capacidad de sentir, sufrir, vincularse con otros, mostrar afecto, proteger a su familia y ser sintientes, y luego permitiría que los humanos los explotaran, maltrataran y mataran para alimentarse? Si aceptamos que Dios dotó a los animales de la capacidad de sentir dolor y emociones, infligirles un sufrimiento innecesario mediante el consumo de carne se convierte no sólo en un acto de crueldad, sino en una profunda contradicción espiritual.

El concepto de un Dios benevolente es incompatible con la violencia y la crueldad innecesarias. Cuando tenemos la opción de elegir alimentos vegetales -fácilmente accesibles y nutricionalmente adecuados-, optar por la carne es optar por la violencia. Esta decisión consciente de causar sufrimiento cuando existen alternativas nos aleja de los atributos divinos de la compasión y la bondad, que son fundamentales en la mayoría de las enseñanzas religiosas.


La compasión como camino hacia la conexión divina

Para quienes ven la espiritualidad como un viaje hacia el acercamiento a Dios, la compasión es un paso fundamental. El adagio “Si eres religioso, no hagas daño a la creación de Dios: elige siempre la compasión y hazte vegano” resume esta perspectiva. Sugiere que todo acto de bondad hacia los animales es un acto de reverencia hacia el Creador, que fomenta una conexión más profunda y significativa con lo divino.

Al ampliar nuestro círculo de compasión para incluir a todos los seres sensibles, nos alineamos más estrechamente con los atributos divinos del amor y la misericordia. Esta conciencia ampliada puede conducir a un profundo sentido de unidad y propósito espiritual, mejorando nuestra conexión con lo sagrado en todos los aspectos de la vida.

El veganismo como práctica espiritual

Abrazar el veganismo puede verse como una forma de práctica espiritual, que purifica tanto el cuerpo como el espíritu. Hay quienes sostienen que consumir productos de origen animal crea bloqueos energéticos en el cuerpo, lo que dificulta el crecimiento espiritual. Al adoptar una dieta basada en plantas, podemos despejar estas vías, permitiendo una conexión más directa con la conciencia superior o lo divino.

Además, el veganismo como estilo de vida representa un compromiso con la no violencia y el respeto por la vida. Esto concuerda estrechamente con el principio de ahimsa (no dañar) de muchas tradiciones espirituales orientales, así como con el concepto cristiano de custodia de la creación divina. Al elegir no participar en el ciclo de violencia y explotación inherente a la cría de animales, honramos la chispa divina presente en todos los seres vivos.

La responsabilidad medioambiental como deber espiritual

Muchas tradiciones espirituales enfatizan nuestro papel como administradores de la Tierra. Dado el significativo impacto medioambiental de la agricultura animal, elegir un estilo de vida vegano puede verse como un acto de custodia medioambiental, honrando al planeta que nos sustenta a todos. Al reducir nuestra huella ecológica mediante una alimentación basada en plantas, cumplimos con nuestro deber espiritual de cuidar la creación de Dios y preservarla para las generaciones futuras.

Un llamado a la alineación espiritual

La elección de consumir carne animal va más allá de la mera preferencia dietética; es una profunda decisión moral y espiritual. Optar por el veganismo alinea nuestras acciones con la compasión y el respeto por la vida que propugnan muchas enseñanzas religiosas. Al elegir nutrirnos con alimentos vegetales, honramos el don divino de la vida en todas sus formas, fomentando una conexión más estrecha y armoniosa con Dios.

Al reflexionar sobre nuestras elecciones alimentarias, elijamos la compasión, no la crueldad, y esforcémonos por vivir de un modo que refleje verdaderamente la naturaleza benévola y amorosa de lo divino. Este cambio hacia un estilo de vida basado en las plantas no se trata sólo de lo que comemos; se trata de cómo elegimos plasmar nuestros valores espirituales en todos los aspectos de nuestra vida.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana
hector@sociedadvegana.com


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Nuestro planeta

Critican la hoja de ruta climática de la ONU por ignorar la reducción del consumo de carne

Expertos académicos califican de “desconcertante” la ausencia de la reducción del consumo de carne en el plan climático de la ONU, lo que pone de relieve un vacío crítico a la hora de abordar el cambio climático.

La reciente publicación de una hoja de ruta de las Naciones Unidas para hacer frente a la crisis climática y combatir el hambre ha suscitado un intenso debate en círculos académicos. La polémica se debe sobre todo a la flagrante ausencia de mención alguna a la reducción del consumo de carne como medida estratégica, algo que los académicos califican de “desconcertante”. Este sentimiento se ve agravado por el aparente desprecio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) por el potencial de las proteínas alternativas, como las derivadas de fuentes vegetales, para mitigar el impacto ambiental tradicionalmente asociado a la ganadería.

Un grupo de expertos, expresando su preocupación en un comentario para la revista Nature Food, puso de relieve sus recelos ante el descuido de la FAO. Señalaron que la hoja de ruta, a pesar de su exhaustivo esbozo de 120 acciones para hacer frente al doble desafío del cambio climático y el hambre, no incorpora una metodología clara para la selección de estas acciones ni proporciona una lista definitiva de contribuyentes. Esta falta de transparencia y claridad metodológica plantea interrogantes sobre la base en la que estas acciones se consideraron preferibles a otras, en particular la reducción del consumo de carne en las naciones ricas, una estrategia respaldada por multitud de estudios científicos por su doble beneficio para el clima y la salud humana.

La respuesta de la FAO a estas críticas fue subrayar que la crítica de los expertos no abordaba plenamente la profundidad y amplitud de las recomendaciones del informe. Sin embargo, las revelaciones de antiguos funcionarios de la FAO, recogidas por el periódico británico The Guardian, sugieren un patrón de resistencia dentro de la organización a reconocer plenamente el papel de las emisiones de metano procedentes de la ganadería como un factor significativo en el calentamiento global. Esta reticencia parece contradecir el consenso científico de que alcanzar el objetivo climático internacional -limitar el calentamiento global a 1,5C por encima de los niveles preindustriales- requiere alteraciones sustanciales en nuestros sistemas de producción de alimentos. En concreto, la ganadería es responsable del 12%-20% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, al tiempo que utiliza el 83% de las tierras agrícolas para producir sólo el 18% de las calorías del mundo.

La hoja de ruta de la FAO, presentada en la Cumbre del Clima de Cop28, plantea que los cambios en la dieta son indispensables para la salud humana y planetaria. Sin embargo, las medidas que propone eluden la cuestión de reducir el consumo de carne y productos lácteos, especialmente en los países en los que prevalece el consumo excesivo. En su lugar, la FAO aboga por mejorar la eficacia de las técnicas de cría de animales.

Los expertos, entre ellos Cleo Verkuijl, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (EE.UU.), han expresado su asombro por el olvido en la hoja de ruta de una de las medidas más evidentes para alcanzar los objetivos medioambientales y sanitarios. La infravaloración de las proteínas alternativas resulta especialmente desconcertante para estos expertos, dadas las pruebas cada vez más concluyentes de su menor huella medioambiental en comparación con la carne tradicional. La postura de la FAO, que considera escépticamente que las carnes de origen vegetal son deficientes desde el punto de vista nutricional sin aportar pruebas sustanciales, ha sido recibida con críticas.

Reforzando esta perspectiva, un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) destacaba los sustanciales beneficios medioambientales que podrían obtenerse si se opta por alternativas a la carne y los lácteos. Matthew Hayek, profesor de la Universidad de Nueva York, lamentó la falta de transparencia metodológica y de datos concretos de la FAO para respaldar su afirmación de que unos pequeños ajustes en la gestión ganadera podrían bastar para alcanzar los objetivos climáticos. Argumentó que reducir el consumo de productos animales podría aliviar de forma significativa los desafíos a los que se enfrentan nuestros sistemas alimentarios, incluyendo la necesidad de aumentar la provisión de alimentos al tiempo que se minimizan las emisiones de gases de efecto invernadero y se mejoran los resultados en materia de salud y nutrición.

Además, los expertos criticaron el informe de la FAO por omitir cualquier referencia al enfoque “Una sola salud”, que busca integrar la salud humana, animal y medioambiental. Advirtieron que algunas de las intervenciones sugeridas por la FAO, como cambiar la carne de vacuno por la de pollo e intensificar la ganadería, podrían exacerbar los riesgos asociados a la resistencia a los antimicrobianos y las enfermedades zoonóticas.

Ilustración: Sociedad Vegana vía Midjourney

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Derechos animales

Jaulas de hormigón: El coste oculto de la cría “limpia” de cerdos

Quisiera comenzar este artículo con una reflexión sobre la transparencia y la industria cárnica.

En Sociedad Vegana nos esforzamos por desvelar las realidades de las industrias que explotan sistemáticamente a seres sensibles (cárnica, láctea, avícola, acuícola, etc.) y su impacto en el bienestar de los animales, en la salud de las personas y en la sostenibilidad del planeta. Hoy, el algoritmo de YouTube me recomendó un convincente video en el que aparecía una ponente presentada como “Kate Cooper”, experta en marketing. En el video, la ponente revela las tácticas manipuladoras empleadas por la industria alimentaria para influir en las percepciones y elecciones de los consumidores, especialmente en relación con los productos de origen animal.

Inmediatamente me cautivó el contenido y las ideas que ofrecía, especialmente por tratarse de una “insider” del sector. Por lo tanto, me propuse escribir un artículo basado en la información presentada por “Kate Cooper”. Sin embargo, al indagar un poco, descubrí que la ponente no era una experta en marketing como se decía, sino una actriz llamada Kate Miles. Esta revelación me hizo reflexionar y me obligó a reconsiderar el tema.

En Sociedad Vegana estamos abocados a informar, lo que conlleva un compromiso irrestricto con la verdad y con la verificación de las fuentes de la información que publicamos. En ese contexto, es imperativo ser transparente sobre las fuentes de información y evitar tergiversar las credenciales o la experiencia de las personas. Aunque el contenido de la charla de “Kate Cooper” indudablemente contiene verdades valiosas sobre las prácticas de la industria cárnica, creo que sería engañoso presentar la información como si procediera de una auténtica conocedora de la industria.

Al igual que ocurrió con la industria tabaquera en el pasado, las industrias dedicadas a la explotación animal tienen un largo historial de engaño y desinformación, apoyado en estrategias de marketing y lavado de imagen. Las empresas tabaqueras mintieron durante décadas sobre los efectos perjudiciales del tabaco hasta que las pruebas fueron abrumadoras. La industria cárnica sigue ocultando la verdad sobre las crueles realidades del sector y su impacto en la salud pública y el medio ambiente.

Estimo que como sociedad, y como consumidores, debemos permanecer vigilantes y exigir transparencia a las industrias que conforman nuestro sistema alimentario. Necesitamos denunciantes valientes y personas conocedoras de la industria que den la cara y expongan la verdad, arrojando luz sobre las tácticas manipuladoras y los costes ocultos de la explotación animal.

Luego de esta aclaración sobre el video en cuestión, quisiera abordar algunas formas, entre muchas, en que la industria de la explotación animal manipula la percepción pública.

Privados de su naturaleza: La cruel realidad tras la cría moderna de cerdos

En el mundo del marketing alimentario, la industria cárnica se ha convertido en una experta en manipulación y propaganda, empleando un lenguaje e imágenes cuidadosamente elaborados para dar un barniz positivo a sus prácticas. Uno de los ejemplos más sorprendentes de este engaño es la forma en que la industria retrata el paso de la cría tradicional de cerdos a los sistemas modernos e intensivos, enmarcándolo como una muestra de progreso e innovación.

Cuando pensamos en la cría de cerdos, a menudo nos vienen a la mente imágenes de campos embarrados y entornos naturales. Sin embargo, la industria cárnica ha trabajado incansablemente para cambiar esta percepción, promoviendo la idea de que trasladar a los cerdos a instalaciones de hormigón es un avance positivo. Pero tras esta fachada de supuesta limpieza y progreso se esconde una verdad inquietante sobre la privación de los instintos y comportamientos naturales de estos animales.

La maquinaria de marketing de la industria cárnica busca presentar las prácticas modernas de cría de cerdos como limpias, eficientes y vanguardistas. Al hacer hincapié en las supuestas ventajas de confinar a los cerdos en recintos de concreto, pretende calmar las preocupaciones de los consumidores sobre el bienestar animal. Sin embargo, un examen más detenido de estos sistemas revela el profundo impacto perjudicial que tienen sobre el bienestar físico y mental de estos animales inteligentes y complejos.

La industria cárnica redefine el bienestar animal

En el ámbito del marketing alimentario, la industria se ha vuelto experta en manipular las percepciones de los consumidores para mantener una imagen positiva de sus prácticas. Un ejemplo de ello es la forma en que retrata el cambio de los métodos de cría tradicionales a los modernos sistemas de cría intensiva. Mediante un lenguaje y unas imágenes cuidadosamente elaborados, pretende convencer a los consumidores de que trasladar los cerdos de los campos embarrados a instalaciones de hormigón es una señal de progreso e innovación.

La industria hace hincapié en la noción de limpieza, sugiriendo que al sacar a los cerdos de su entorno natural y colocarlos en recintos de hormigón “limpios”, están protegiendo a los animales del “asqueroso y sucio barro” y de las “enfermedades que acechan en él”. Esta narrativa es especialmente evidente en los materiales educativos dirigidos a los niños, como los libros para colorear, que presentan a los cerdos en entornos supuestamente estériles y controlados como un avance positivo en la cría de animales.

“¡Que divertido! Nunca había estado en un establo de cerdos antes. ¿Donde está todo el barro?”
“Las pocilgas no tienen barro, Billy. Los productores mantienen todos sus establos limpios para que los cerdos estén sanos y felices”.

Sin embargo, esta representación del progreso es una fachada engañosa que oculta las verdaderas implicaciones de estas prácticas de crianza modernas. En realidad, al confinar a los cerdos en instalaciones de hormigón, la industria está privando a estos animales inteligentes y sensibles de sus instintos y comportamientos naturales. Los cerdos son criaturas con instintos que incluyen escarbar, cavar agujeros y hacer nidos.

En su hábitat natural, los cerdos realizan una amplia gama de actividades esenciales para su bienestar físico y mental. Escarbar, por ejemplo, es un comportamiento profundamente arraigado que les permite explorar su entorno, buscar comida y expresar su curiosidad natural. Del mismo modo, la capacidad de cavar agujeros y hacer nidos es un aspecto crucial del comportamiento porcino, sobre todo para las cerdas que se preparan para parir. Estas actividades instintivas no sólo proporcionan a estos animales una sensación de bienestar y seguridad, sino que también desempeñan un papel vital en sus interacciones sociales y estructuras jerárquicas.

Al confinar a los cerdos en recintos de hormigón, la industria elimina estos elementos esenciales de su existencia natural. El entorno artificial de los sistemas de cría modernos niega a los cerdos la oportunidad de experimentar los comportamientos que definen a su especie. Esta privación les provoca estrés, frustración y angustia psicológica, ya que los animales no pueden expresar sus instintos naturales ni satisfacer sus necesidades inherentes.

La afirmación de la industria de que sacar a los cerdos de los campos fangosos reduce su exposición a enfermedades es una simplificación engañosa. Si bien es cierto que ciertas enfermedades pueden ser más frecuentes en entornos al aire libre, el confinamiento de alta densidad de cerdos en granjas industriales crea su propio conjunto de riesgos para la salud. La proximidad de los animales en estos sistemas facilita la rápida propagación de las infecciones, haciendo necesario el uso generalizado de antibióticos para controlar los brotes de enfermedades. Esta dependencia de los antibióticos tiene importantes consecuencias para la salud pública, ya que contribuye al aumento de bacterias resistentes a los antibióticos.

Además, las condiciones de hacinamiento en las granjas industriales no solo afectan el bienestar de los animales, sino que también pueden convertirse en un caldo de cultivo para enfermedades potencialmente pandémicas. Un ejemplo notable es el brote de influenza H1N1 en 2009, también conocido como “gripe porcina”. Se cree que este virus surgió de las granjas industriales de cerdos en México, donde las condiciones insalubres y el hacinamiento permitieron que el virus se propagara rápidamente entre los animales antes de saltar a los humanos.

Es irónico que durante la pandemia de Covid-19 se nos obligara a los humanos mantener el distanciamiento social para prevenir la propagación del virus, mientras que en los criaderos de cerdos, bovinos y aves, los animales están confinados en espacios extremadamente reducidos. Estas condiciones de hacinamiento no solo causan un tremendo sufrimiento a los animales, sino que también crean un entorno propicio para la aparición y propagación de enfermedades, incluyendo las zoonóticas.

La ganadería industrial, con sus prácticas de confinamiento intensivo, uso excesivo de antibióticos y falta de medidas de bioseguridad adecuadas, supone una grave amenaza para la salud pública. Los patógenos que surgen en estas condiciones tienen el potencial de propagarse rápidamente entre los animales y, en algunos casos, de cruzar la barrera de las especies e infectar a los seres humanos.

Entonces, los intentos de la industria cárnica de presentar la retirada de los cerdos de su entorno natural como un desarrollo positivo son una estrategia de marketing calculada para calmar las preocupaciones de los consumidores y mantener la ilusión de progreso. Al centrarse en los supuestos aspectos de limpieza y prevención de enfermedades de las prácticas ganaderas modernas, desvían la atención del profundo impacto perjudicial que estos sistemas tienen en el bienestar animal.

Desenmascarando las mentiras sobre el cruel confinamiento de las cerdas en jaulas de gestación

“Nos esforzamos por optimizar la salud de los cerdos. Seguridad y comodidad, que han cambiado la forma de criar a las cerdas. Las decisiones sobre los métodos de estabulación deben basarse principalmente en datos científicos sólidos y en las aportaciones de los expertos veterinarios. Tanto si una granja utiliza la estabulación en grupo como la individual, la mayoría de los expertos coinciden en que lo más importante es el cuidado individual que se da a cada cerdo”.

El argumento presentado por la industria porcina para justificar el confinamiento de las cerdas en jaulas estrechas es un claro intento de ocultar una realidad cruel y poco ética bajo una fachada de preocupación por el bienestar animal. Afirmar que las decisiones sobre los métodos de estabulación se basan principalmente en “datos científicos sólidos” y en las “aportaciones de los expertos veterinarios” es una falacia, ya que numerosos estudios han demostrado los efectos negativos del confinamiento intensivo en la salud física y mental de los cerdos, especialmente en las cerdas confinadas por meses en jaulas de gestación.

En realidad, mantener a las cerdas en jaulas donde ni siquiera pueden moverse no tiene nada que ver con optimizar su salud, seguridad o comodidad. Estas prácticas están diseñadas para maximizar la eficiencia y los beneficios económicos a expensas del bienestar animal. Las cerdas son seres inteligentes y sensibles que requieren espacio adecuado para moverse, explorar y participar en comportamientos naturales. Confinarlas en espacios extremadamente reducidos les causa un tremendo estrés, frustración y sufrimiento, lo que puede llevar a problemas de salud física y trastornos del comportamiento, llegando incluso a enloquecer.

Además, afirmar que “lo más importante es el cuidado individual que se da a cada cerdo” es una burla cuando las cerdas están hacinadas en jaulas donde ni siquiera tienen espacio para darse la vuelta. En estas condiciones, las necesidades básicas de las cerdas, como el movimiento, la interacción social y la expresión de comportamientos naturales, se ven anuladas.

No es realista esperar que la industria cárnica admita sus prácticas y motivación verdadera, que es el lucro. Continuaremos, por lo tanto, escuchando sus falsedades sobre el bienestar animal.

En última instancia, el verdadero poder lo tiene el consumidor. Las personas tenemos la capacidad de discernir. Si vemos la foto de la cerda inmóvil en la jaula de gestación y la industria porcina nos dice “lo hacemos porque nos preocupa su felicidad”, entonces es fácil sacar nuestras propias conclusiones.

Héctor Pizarro
hector@sociedadvegana.com
Sociedad Vegana

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Vigilias por los animales: un despertar de consciencia frente al sufrimiento invisible


En el silencio conmovedor que precede al alba, los defensores de los animales se reúnen, unidos por un propósito común: las vigilias por los animales.

Estos encuentros, llenos de emoción y solidaridad, son mucho más que simples actos de protesta; son la expresión más sincera de la empatía humana, una oportunidad para reconocer y honrar las vidas de aquellos seres que, en breve, se convertirán en parte de un sistema que los invisibiliza. Las vigilias son un poderoso llamado a la acción, un momento para reflexionar sobre las verdades incómodas de nuestra sociedad y el valor intrínseco de cada vida que nos rodea.

Las vigilias por los animales son acontecimientos profundamente conmovedores que encarnan la compasión y la empatía inherentes al espíritu humano. Sirven como conmovedor recordatorio de las vidas individuales que a menudo no se ven ni se reconocen dentro del sistema alimentario. Estas vigilias no son meras reuniones; son una forma pacífica de protesta, un momento compartido de reconocimiento a los animales en su último viaje.

En el centro de cada vigilia está la confrontación con una dura realidad: el reconocimiento del sufrimiento y el encuentro cara a cara con seres que con demasiada frecuencia se consideran meras mercancías. Es un momento para dar testimonio de que cada animal, como nosotros, tiene el deseo de vivir y de evitar el dolor.

Al permanecer en vigilia, los activistas envían un poderoso mensaje de solidaridad, amor y esperanza. Es una oportunidad de ofrecer una caricia suave, una palabra amable o simplemente un momento de reconocimiento a estos animales. Estos actos, aunque pequeños frente a un sistema industrializado, forjan una profunda conexión entre humanos y animales, desafiando a otros a considerar la profundidad de lo que se pierde cuando los animales son reducidos a productos.

El impacto de las vigilias por los animales va más allá de los participantes; su objetivo es inspirar el cambio e iniciar una conversación sobre los derechos de los animales, la compasión y las implicaciones éticas de nuestras elecciones alimentarias. Cada vigilia puede ser un catalizador para la transformación, animando a los espectadores y a la sociedad en general a imaginar un mundo en el que todos los seres sean respetados y valorados, no por lo que pueden proporcionar, sino por lo que son.

En esencia, las vigilias por los animales son una llamada a despertar la conciencia de la humanidad, a impulsar un movimiento hacia un mundo más justo y misericordioso, un mundo en el que la empatía supere a la apatía, en el que la bondad sustituya a la crueldad y en el que se aprecie cada vida.

Por Héctor Pizarro, Sociedad Vegana
hector@sociedadvegana.com

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Revelan condiciones escandalosas de maltrato animal en granja avalada por Red Tractor

Filmaciones exponen condiciones deplorables y reiterativas en granja porcina del Reino Unido.

Una investigación encubierta ha revelado condiciones desgarradoras en la granja porcina Cross Farm en Holsworthy, Devon, Reino Unido, escribe el periódico británico The Guardian. Las imágenes y videos captados por Glass Wall Films revelaron cerdos que sufrían situación de abandono extremo, que incluía casos de canibalismo, heridas sangrantes y supurantes sin tratar y confinamiento en corrales inmundos. La granja, propiedad de WJ Watkins and Son, ha sido acusada de permitir un “sufrimiento inimaginable” en condiciones que contradicen claramente los estándares legales y de bienestar promulgados por el esquema de garantía Red Tractor, del que forma parte.

En una revelación angustiosa, las imágenes encubiertas mostraron cerdos en espacios estrechos y sucios, con algunos animales visiblemente desnutridos y otros con graves heridas sin tratar. La investigación, que se extendió a lo largo de cuatro noches no consecutivas, puso de manifiesto problemas sistémicos, lo que llevó a la organización animalista Advocates for Animals a denunciar la situación ante las autoridades competentes.

Según The Guardian, no es la primera vez que Cross Farm es objeto de investigación. Una visita realizada por Animal Equality en 2017 dio cuenta de un cuadro similar de abandono, con cerdos confinados en estructuras maltrechas, obligados a yacer en sus propios excrementos. Algunos animales fueron encontrados con grandes hernias en corrales con otros cerdos, mientras que las cerdas preñadas se mantenían en corrales de hormigón, sin comodidad alguna, lo que pone de manifiesto un patrón recurrente de desprecio por el bienestar animal.

Christopher Shoebridge, de Glass Wall Films, expresó su conmoción por la ausencia de las mejoras prometidas, describiendo el estado de la granja como inalterado, o incluso empeorado. La documentación del equipo sobre las condiciones de la granja ha planteado interrogantes críticas sobre el bienestar de miles de cerdos a lo largo de los años y la eficacia de la supervisión estatal o del propio gremio.

Además de los inquietantes hallazgos, el equipo documental informó que los cadáveres de cerdos, observados durante su primera visita, permanecían en los corrales días después, descompuestos y parcialmente comidos por otros cerdos. Las imágenes también mostraban corrales inundados de desechos y cerdos hacinados hasta el punto de la inmovilidad.

Las pruebas condenatorias van más allá de la simple negligencia y ponen en tela de juicio la reputación del Reino Unido en materia de altos estándares de bienestar animal. Las revelaciones coinciden con el estreno de “Pignorant”, un documental en Amazon Prime que cuestiona los supuestos estándares de bienestar en la industria porcina del Reino Unido y expone el controvertido uso del CO2 en el sacrificio de cerdos.

La National Pig Association reconoció que las imágenes mostraban prácticas “por debajo de los estándares”, aunque cuestionó la autenticidad de la grabación y defendió las prácticas estándar de la producción porcina. La asociación afirmó que Cross Farm ha cooperado con las investigaciones y ha cumplido con todos los estándares requeridos.

La gravedad de la denuncia lleva a recordar el caso de las granjas porcinas de Noruega, donde el abuso contra los cerdos es perpetrado a vista y paciencia de las autoridades. Ver artículos de referencia.

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El canibalismo entre cerdos, como se observó en Cross Farm, es un comportamiento anormal, principalmente inducido por factores de estrés como el confinamiento en espacios reducidos, la exposición a ruidos súbitos y el manejo inadecuado por parte de los cuidadores. Además, en madres porcinas, matar a sus crías se asocia con condiciones de hacinamiento, la introducción repentina a jaulas de parto sin aclimatación previa, y fluctuaciones hormonales significativas, conductas que se alejan radicalmente de su comportamiento natural bajo condiciones ideales de bienestar. La persistencia de estas prácticas en granjas avaladas por Red Tractor cuestiona la eficacia de tales certificaciones en asegurar el bienestar animal.

El sistema de certificación Red Tractor, que promueve altos estándares en producción, incluyendo seguridad alimentaria, bienestar animal y protección ambiental, enfrenta críticas ante evidencias de maltrato animal, uso indebido de antibióticos y contribución a la contaminación ambiental en granjas certificadas. Esta situación exige una revisión crítica y una posible reevaluación de los métodos de inspección y cumplimiento, para garantizar que las prácticas certificadas reflejen genuinamente los estándares prometidos.

El caso de Cross Farm ilustra la necesidad de reforzar y, posiblemente, rediseñar los procesos de verificación para que la certificación sea un reflejo auténtico de las prácticas implementadas en el terreno.

La confianza en esquemas de certificación como Red Tractor reposa en su capacidad para aplicar y hacer cumplir sus estándares de manera efectiva.

La inacción no solo perpetúa el maltrato y la negligencia hacia los animales, sino que además erosiona la credibilidad y la finalidad de los programas de certificación, reduciéndolos a simples herramientas de mercadotecnia destinadas a tranquilizar a los consumidores, en vez de ser verdaderos estandartes de calidad y ética en la producción de alimentos. Esta situación desvirtúa el propósito original de las certificaciones, convirtiéndolas en promesas vacías en lugar de compromisos reales con prácticas sostenibles y humanitarias.

Ilustración:  En un corral, los cerdos son incapaces de moverse debido al hacinamiento, con alrededor de 20 a 25 cerdos apiñados en un pequeño espacio. Fotografía: Advocates for Animals.

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Nutrición

Una dieta basada en plantas reduce significativamente el riesgo de apnea del sueño

La incorporación de diversos alimentos vegetales en las dietas puede disminuir los síntomas de la apnea del sueño y mejorar la salud en general, según los investigadores.

Una reciente investigación ha puesto de manifiesto el importante efecto de una dieta basada en plantas en la reducción del riesgo de apnea del sueño, una afección caracterizada por la interrupción de la respiración al dormir. El estudio, realizado por el Dr. Yohannes Melaku, de la Universidad Flinders de Adelaida (Australia), y publicado en ERJ Open Research, revela que las personas que consumen una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales y frutos secos tienen un 19% menos de probabilidades de sufrir apnea del sueño que las que ingieren menos de estos alimentos.

La investigación también subraya la variación en la reducción del riesgo entre sexos, con los hombres experimentando un beneficio más pronunciado de una dieta basada en plantas para mitigar el riesgo de apnea del sueño. En la apnea del sueño, relacionada con diversos problemas de salud como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 y la depresión, influyen factores como la obesidad, los hábitos de vida y atributos físicos como la circunferencia del cuello. Esta afección, que se calcula que afecta a 1.000 millones de personas en todo el mundo, suele requerir pérdida de peso y ajustes del estilo de vida para su tratamiento.

El estudio, que analizó los datos de 14.210 participantes en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de EE.UU., clasificó la ingesta alimentaria en alimentos vegetales sanos, alimentos vegetales menos sanos y alimentos de origen animal. Los hábitos alimentarios de los participantes se evaluaron junto con un cuestionario para valorar la probabilidad de padecer apnea del sueño.

El Dr. Melaku destacó el papel crucial de la calidad de la dieta en la gestión del riesgo de apnea del sueño, señalando los beneficios potenciales de los alimentos antiinflamatorios y ricos en antioxidantes para reducir factores como la inflamación y la obesidad, que contribuyen a esta afección. Los resultados abogan por intervenciones dietéticas personalizadas para atender las necesidades individuales de quienes padecen apnea obstructiva del sueño.

La profesora Sophia Schiza, de la Sociedad Respiratoria Europea, subrayó la importancia de incorporar a la dieta una gama variada de verduras, frutas y cereales integrales. Hizo un llamamiento para que las opciones dietéticas saludables estén al alcance de todos, subrayando los amplios beneficios para la salud de tales hábitos nutricionales.

Ilustración: Canva

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Derechos animales

El hedor de un barco brasileño de transporte de ganado suscita alarma en Sudáfrica

El nauseabundo olor detectado en Ciudad del Cabo procedente de un buque brasileño de ganado ha suscitado importantes dudas sobre las prácticas de transporte de animales vivos.

Los habitantes de Ciudad del Cabo experimentaron durante el fin de semana un olor penetrante y desagradable, descrito como “amoníaco puro” que acabó siendo atribuido a un buque de exportación de ganado vivo atracado en el puerto. Este buque, que transporta 19.000 reses de Brasil a Irak, dio lugar a una amplia investigación por parte de las autoridades locales. Los esfuerzos iniciales apuntaron a posibles fugas del sistema de alcantarillado, lo que llevó a la activación de un dispositivo de salud medioambiental. Finalmente, las investigaciones señalaron al barco Al Kuwait como fuente del olor.

Las organizaciones de defensa de los animales han destacado este incidente como un claro indicio de las extremas condiciones que soportan los animales en este tipo de viajes. El Consejo Nacional de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (SPCA) de Cabo de Buena Esperanza, ha expresado su vehemente oposición al transporte marítimo de animales vivos. Por ello, envió un consultor veterinario para evaluar el bienestar del ganado a bordo del Al Kuwait, buque ganadero de bandera kuwaití. Las conclusiones de la SPCA revelaron importantes problemas de bienestar, como la acumulación de heces y amoníaco, que contribuyen a crear un entorno muy angustioso para los animales. “Este olor es indicativo de las terribles condiciones que soportan los animales, que ya han pasado dos semanas y media a bordo, con acumulación de heces y amoníaco. El hedor a bordo es inimaginable, pero los animales se enfrentan a ello todos los días”, declaró la NSPCA en un comunicado. Las impactantes fotografías que ilustran esta nota ponen de relieve la situación en el barco.

La angustiosa situación de Ciudad del Cabo no es un incidente aislado. Recientemente, un buque que transportaba más de 16.000 cabezas de ganado vacuno y ovino a Oriente Medio estuvo varado en el mar durante casi un mes. El gobierno australiano denegó posteriormente una solicitud de reexportación de los animales por una ruta alternativa, alegando preocupación por su salud y bienestar.

Este incidente nos trae a la memoria la terrible experiencia de los terneros a bordo del Elbeik, que cubrimos extensamente hace tres años (ver artículos de referencia). Fue  una saga que pone de manifiesto la profunda inhumanidad inherente al comercio de exportación de animales vivos. El viaje del Elbeik, que terminó en Cartagena, España, reveló una cruda realidad: muchos animales no sobrevivieron al viaje, y los que lo hicieron soportaron un sufrimiento inimaginable, solo para ser sacrificados y sus cuerpos incinerados.  

El caso del Elbeik, en el que los terneros fueron hacinados en condiciones de suciedad y hacinamiento, sufriendo deshidratación, desnutrición y enfermedades, ofrece una imagen vívida de una industria que opera a expensas de seres sensibles. La gestión inepta, insensible e ignorante de la situación por parte de las autoridades españolas, agravada por sus intentos de ofuscar y desviar responsabilidades, pone aún más de relieve los fallos sistémicos que permiten que se produzcan tales atrocidades.

El comercio de animales vivos, ejemplificado por los viajes del Al Kuwait de Brasil a Irak y el trágico viaje del Elbeik, de España a Turquía, constituyen un crudo testimonio de la inhumanidad inherente a tales prácticas. Estos incidentes no sólo revelan el tormento físico y emocional infligido a estos animales, sino que también reflejan un fracaso ético generalizado a la hora de reconocer y proteger su bienestar. Es imperativo que la comunidad internacional, incluidos los organismos reguladores y los gobiernos, tomen medidas decisivas para poner fin al transporte a larga distancia de animales vivos. Debemos avanzar hacia un mundo en el que ya no se tolere semejante crueldad.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana

Todas las fotografías (c) SPCA Cabo de Buena Esperanza



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Derechos animales

Algunas reflexiones sobre la comparación entre humanos y carnívoros

Es tentador desentrañar la lógica de quienes se comparan con depredadores salvajes para justificar sus elecciones dietéticas.

Luego de sonreír al ver una caricatura que se burlaba de la analogía entre el consumo humano de carne y los instintos naturales de un león, tuve una reflexión. El dibujo, que mostraba a un hombre declarando su naturaleza carnívora, comparándose con un león, mientras tomaba un café con leche -un comportamiento poco característico del león con el que se compara-, me hizo reflexionar sobre las falacias que a veces utilizamos para justificar nuestras preferencias alimentarias.

Con el satírico dibujo como base, consideré los argumentos subyacentes que a menudo no se cuestionan en nuestro discurso sobre el consumo de carne. La comparación de nuestros hábitos alimentarios con los de un león es un paralelismo tentador, porque implica arroparnos con “la intención de la naturaleza”. Sin embargo, esta lógica es fundamentalmente errónea.

Ilustración: vegansidekick.com

La naturaleza no se rige por los mismos marcos morales y éticos que guían a las sociedades humanas. Un león caza por necesidad, obligado por los instintos que rigen su supervivencia. No sopesa las implicaciones éticas de su dieta, simplemente come para vivir. En cambio, los humanos tenemos la capacidad única de reflexionar sobre nuestros actos y sus repercusiones. No nos regimos únicamente por la supervivencia, sino por la conciencia, la cultura y la elección.

La falsa equivalencia que se establece entre nosotros y los depredadores salvajes pasa por alto esta divergencia crítica. Nuestras elecciones alimentarias no se limitan al imperativo de la supervivencia. Tenemos el privilegio de acceder a una plétora de fuentes nutricionales, y este privilegio conlleva la responsabilidad de tomar decisiones informadas y éticas. La carne que consumimos se obtiene a menudo por medios muy distintos de la imagen de un depredador cazando en la naturaleza: está envuelta en las complejidades de la industrialización, el impacto ambiental y el bienestar animal.

Además, si tenemos en cuenta nuestra salud, la necesidad de carne en nuestra dieta no está tan clara como algunos argumentos nos quieren hacer creer. La ciencia de la nutrición ha demostrado que una dieta vegetal bien planificada puede contribuir a un estilo de vida sano y ofrecer todos los nutrientes necesarios a la mayoría de las personas.

Al reflexionar sobre la caricatura, me di cuenta de que no sólo se burlaba de un argumento superficial, sino que nos invitaba a profundizar en las consideraciones éticas que a menudo pasamos por alto. ¿Por qué nos aferramos a la analogía del depredador cuando estamos tan lejos de la vida de un león? ¿La imagen de la naturaleza en estado puro justifica las complejidades de las opciones dietéticas modernas?

El argumento incluso puede ser extendido a otras actividades naturales para los leones, como matar a las crías de las hembras para así poder aparearse con ellas. Pero claro, nadie cuerdo usaría esa realidad para justificar su propio comportamiento.

Caricaturas como la comentada sirven de catalizador para la introspección y el cuestionamiento de las narrativas convenientes, pero falsas, que tanto nos gusta construir. Me recordó que nuestras elecciones en la mesa van más allá de los instintos primarios de supervivencia. Son un reflejo de nuestros valores, nuestra comprensión de la nutrición y nuestro compromiso con el mundo que habitamos; en definitiva, de nuestra capacidad de sentir compasión por seres inocentes, y de ser consecuentes con tal compasión. Al final, no se trata de lo mucho que nos parezcamos al león, sino de alinear nuestras acciones con nuestro discurso ético.

En la dieta del león siempre hay una víctima: la presa. En la nutrición humana no tiene por qué ser así.

Héctor Pizarro, Sociedad Vegana