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¿Es posible amar a los animales y a la vez contribuir a su sufrimiento?

Mucha gente, en todas partes, proclama amar a los animales. Se enternecen con ellos a la vez que se indignan cuando alguien los hace sufrir. Sin embargo, ¿es posible amar a los animales y al mismo tiempo ser parte de un sistema que mata a 80.000 millones de animales terrestres y hasta 2,7 billones de animales marinos cada año?

Vivimos en un mundo en que la mayoría de las personas se define como amantes de los animales. Amamos y valoramos a los animales que tradicionalmente hemos tenido en nuestros hogares, como perros y gatos. Estos son los animales que amamos y protegemos. Claro está, es imposible amar y al mismo tiempo ser violentos con quienes decimos amar. Si un padre golpea a sus hijos, ¿diríamos que ese padre ama a sus hijos? O si alguien maltrata a su pareja, ¿podría decirse que la ama? Obviamente no, porque no se puede amar a alguien si se le inflige sufrimiento y dolor intencionados. Va en contra de los fundamentos mismos del amor. Esto también se aplica a los animales; si alguien golpea y maltrata a un perro, difícilmente lo llamaríamos amante de los perros; si alguien mata a un gato, no le creeríamos si se declara amante de los gatos.

Y, sin embargo, quienes dicen ser amantes de los animales están pagando para que cerdos, vacas, corderos, gallinas, gansos, peces, etc. sean sacrificados a una escala horrorosa: 80 mil millones de animales terrestres y 2,7 billones (millones de millones) de animales marinos, cada año. Dicho de otra forma: si usted ama a otro ser, jamás contribuiría que se inflija dolor, sufrimiento, que se la preñe a la fuerza, que se la mutile, que se le arrebaten los hijos, que se le explote, que se le cercene el cuello, que se le meta en una cámara de gas. Estas son las cosas que otros hacen, en nuestro nombre, a los seres que decimos amar.

Los animales piensan, sienten y quieren vivir

Para amar a los animales, y no solo a las mascotas, es necesario ser vegano, es imprescindible dar ese paso. Porque para amar de verdad a los animales, es necesario mostrarles respeto, compasión, bondad, hacerles sentir dignidad, mostrarles el mismo respeto que disfrutan nuestros perros, gatos y hámsteres. Amar realmente a los animales implica ser vegano, porque ser parte de un sistema que los cría para explotarlos y hacerlos sufrir es precisamente lo opuesto a amarlos.

Para entender mejor estas ideas, consideremos el concepto de especismo. Las mascotas que viven en nuestros hogares tienen nombres propios, reciben mimos y arrumacos, celebramos sus travesuras, jugamos con ellos, procuramos que coman bien y que hagan ejercicio, que corran libremente. Son, en definitiva, un miembro más de la familia. Paralelamente, en las granjas de todo el mundo viven hacinados miles de millones de animales, no tienen nombre propio – a lo más etiquetas engrapadas en sus orejas – y sus cortas vidas son de constante explotación. No juegan ni hacen ejercicio, pudiendo solo caminar interminablemente en círculos en los corrales de hormigón en los que son obligados a pasar sus vidas.

Aparte de su forma física, no hay nada que separe moralmente a un perro o un gato de un cerdo o de una vaca. Entonces, ¿por qué estos dos últimos animales vivirán vidas tan diferentes y serán vistos de forma tan distinta? La explicación está en el especismo.

La palabra especismo, que fue popularizada por Peter Singer en su libro de 1975, Liberación Animal, se refiere a un prejuicio o actitud unilateral a favor de los intereses de los miembros de la propia especie y en contra de los miembros de otras especies, así como a la consideración del valor moral de algunos animales como algo inviable simplemente por su especie.

Un ejemplo de esto es el prejuicio según el cual está bien favorecer el deseo de un humano de comer un sándwich de tocino, por encima del deseo de un cerdo de no ser abatido en una cámara de gas. El especismo habilita una mentalidad de discriminación que a su vez facilita la explotación. Conlleva intrínsecamente la idea de una superioridad humana que justifica los deseos humanos más triviales e innecesarios, haciéndolos moralmente permisibles, como desollar animales para vestir una chaqueta de cuero, empujar a los cerdos a las cámaras de gas para así poder comer ese sándwich de tocino, o separar a los terneros recién nacidos de sus madres para poder poner la leche resultante en nuestro café.

El especismo nos ha permitido crear un mundo en el que se matan billones de animales cada año, con decenas de miles de millones de ellos viviendo vidas abyectas y horribles. Sus cuerpos mutilados, sus sistemas reproductivos abusados y sus bebés robados. Se ignora su individualidad y su deseo de evitar el sufrimiento y, en última instancia, se les quita la vida por la fuerza. No hay una forma “humana” de matar a un ser que quiere seguir viviendo. La violencia es parte intrínseca de sus muertes.

Quienes nos oponemos al especismo reconocemos que los humanos y los no humanos somos distintos en varios aspectos, como la forma física, la inteligencia y la sociabilidad, entre otros. Sin embargo, no son las diferencias las que son relevantes a la hora de decidir si los no humanos tienen importancia moral y derecho a la dignidad, sino las similitudes. Fundamentalmente, hablamos de la sintiencia, es decir, la capacidad de sentir y experimentar subjetivamente nuestras vidas. Si es la sintiencia lo que hace que los animales humanos seamos dignos de consideración moral, del mismo modo es la sintiencia lo que hace que los animales no humanos también sean dignos de consideración moral.

Muchas personas sostienen que hay diferencias discernibles que justifican la explotación de los animales no humanos. Los defensores del especismo suelen decir que “los animales son menos inteligentes, carecen de las capacidades cognitivas de los humanos y no pueden mostrar el mismo nivel de autonomía, responsabilidad o desempeño social”. De esta observación deducen que es aceptable explotarlos. Pero entonces, desde una perspectiva estrictamente lógica, esta argumentación podría utilizarse para justificar dañar a los bebés humanos, precisamente debido a su menor cognición y capacidades. Sin embargo y, faltaría más, ocurre precisamente lo contrario, ya que damos una consideración especial a los bebés debido a su menor cognición y nula autonomía. Especismo es justificar el abuso de los animales por las mismas razones que nos llevan a proteger a nuestros bebés.

Volviendo al tema de las mascotas, nadie queda indiferente ante una situación callejera en que un humano golpea a un perro o un gato. Incluso las leyes suelen castigar tales abusos con diversas reacciones punitivas, dependiendo de su gravedad. Pero lo mismo no ocurre con cerdos, vacas o pollos. Así, la única diferenciación discernible que utilizamos para maltratar a algunos animales es su especie, el cuerpo en el que han nacido.

Al ver imágenes de una vaca siendo degollada, o de un cerdo siendo forzado a entrar en una cámara de gas, muchos se encogerán de hombros y dirán “es solo una vaca, o un cerdo”. Paralelamente, nadie diría a quién acaba de perder a su perro, “es solo un perro”. Especismo puro.

Quienes nos oponemos al especismo sostenemos que no es moralmente justificable discriminar a un animal simplemente por su cuerpo, del mismo modo que no está justificado discriminar a un humano simplemente por el cuerpo en el que ha nacido. Lamentablemente, el especismo está tan arraigado y normalizado en las sociedades, que ni siquiera es percibido como un problema. Muchos humanos ven a los animales no humanos con tanta indiferencia y desconsideración que incluso se ofenden ante el mero planteamiento de que los animales merecen consideración. Creen que reconocer que también merecen derechos básicos es de alguna manera degradante para nuestra propia especie, o una deslealtad.

A mi juicio, dejar de torturar y matar innecesariamente a billones de seres sintientes no es ni siquiera un acto de bondad. Es simplemente una cuestión de justicia elemental.

Es hora de hacer algo. Es hora de ser vegano.

Héctor Pizarro
Sociedad Vegana

Ilustración: Perros felices (c) Canva. Cerdito sufriendo (c) Nettverk for Dyrs Frihet, en artículo Revelan años de abuso y violencia sistemática contra los cerdos en Noruega

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Empresa de Elon Musk enfrenta graves denuncias de maltrato animal

Neuralink ha admitido haber practicado la eutanasia a ocho monos que, según denuncia de médicos, habrían sido torturados, mutilados y sacrificados en experimentos cerebrales invasivos y mortales.

La empresa de chips cerebrales de Elon Musk, Neuralink, ha admitido haber matado a ocho monos en medio de una polémica por someter a los animales a un “sufrimiento extremo”.

La denuncia fue hecha por el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM), organización sin ánimo de lucro, luego de analizar 600 páginas de documentos sobre las pruebas realizadas con 23 monos macacos rhesus.

La organización, formada por más de 17.000 médicos, concluyó que los “experimentos cerebrales invasivos y mortales” causaron un “sufrimiento extremo” a los primates implicados y violaron la Ley de Bienestar Animal de Estados Unidos.

El PCRM también presentó una denuncia ante el USDA contra la Universidad de California, Davis, que recibió más de 1,4 millones de dólares de Neuralink para realizar los experimentos.

Los horrorosos abusos de Neuralink con los monos

Neuralink es una empresa con sede en San Francisco y está trabajando en el desarrollo de un chip que puede implantarse en el cerebro y conectarse a una computadora. Según la empresa, la interfaz cerebro-computadora permitirá a los humanos controlar dispositivos utilizando sólo su mente. Para probar los chips, Neuralink perforó agujeros en el cráneo de monos para implantar en sus cabezas los dispositivos con forma de moneda.

Según el PCRM, los investigadores destruyeron partes del cerebro de los animales con sustancias no aprobadas como parte de los experimentos -que se extendieron de 2017 a 2020- y no les proporcionaron atención veterinaria. En un comunicado de prensa, la organización destacó las diferentes formas en que los monos fueron torturados.

En la nota se señala que, por ejemplo, los investigadores “atornillaron postes de acero” a sus cráneos, según el comunicado. Además, los primates sufrieron convulsiones, traumas faciales e infecciones recurrentes tras los implantes.

Los monos utilizados en el proyecto también manifestaron multitud de efectos secundarios, como vómitos, ansiedad, pérdida de apetito y pérdida de pelo.

PCRM señaló que a un mono le faltaban los dedos de las manos y de los pies “posiblemente por automutilación o por algún otro traumatismo no especificado” y que el mono fue posteriormente sacrificado.

Otro mono sufrió una hemorragia cerebral tras la implantación de electrodos en su cerebro.

Jeremy Beckham, coordinador de defensa de la investigación del PCRM, dijo: “Estos espantosos experimentos fueron realizados por una empresa privada en una institución pública. Los documentos revelan que a los monos se les mutiló el cerebro en experimentos de mala calidad y se les dejó sufrir y morir. No es un misterio por qué Elon Musk y la universidad quieren mantener ocultas al público las fotos y vídeos de este horrible abuso”.

Respuesta de la empresa

En respuesta a las acusaciones, Neuralink reveló que, efectivamente, aplicó la eutanasia a ocho monos debido a los experimentos cerebrales, y que la mayoría se debió a fallos de funcionamiento e infecciones asociadas a sus implantes cerebrales, en una entrada de su blog.

Sin embargo, la empresa refutó enérgicamente la afirmación de que se abusara de los animales o se les sometiera a un “sufrimiento extremo”, señalando que “En Neuralink, estamos absolutamente comprometidos a trabajar con animales de la manera más humana y ética posible”, dijo la empresa de neurotecnología. El uso de cada animal se planificó y consideró ampliamente para equilibrar el descubrimiento científico con el uso ético de los animales”.

La empresa, que está previsto que comience los ensayos en humanos a finales de este año, defendió además su uso de la investigación en animales, ya que “todos los dispositivos y tratamientos médicos novedosos deben probarse en animales antes de que puedan probarse éticamente en humanos. Neuralink no es única en este sentido”.

Un portavoz de UC Davis también defendió el proyecto de Neuralink. El representante dijo a Fortune que la universidad “revisó y aprobó a fondo” los protocolos de investigación utilizados por Neuralink. “Nos esforzamos por proporcionar el mejor cuidado posible a los animales a nuestro cargo”, dijo el portavoz. La investigación con animales está estrictamente regulada, y la UC Davis sigue todas las leyes y reglamentos aplicables, incluidos los del Departamento de Agricultura de Estados Unidos”.

“Neuralink quiere presentar una imagen halagüeña de cómo se ha tratado a los animales, pretendiendo que nunca se les obligó a participar”, dice Deborah Dubow Press, abogada general asociada del Comité de Médicos. “Cómo obtuvieron el consentimiento para la cirugía cerebral de 23 monos es algo que no me explico”.

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Granja española de los horrores revelada por Igualdad Animal irá a juicio

Las prácticas de una granja porcina de la región de Murcia, España, que por la escala del maltrato animal revelado llevó a la Fundación Igualdad Animal a calificarla de “granja de los horrores”, finalmente serán consideradas por los tribunales españoles.

En su sitio web, Igualdad Animal presenta el caso relatando que el escándalo salió a la luz en 2018 producto de un documental en el que participó la Fundación. En el documental se difundieron imágenes que revelaban las atroces condiciones a las que se encontraban sometidos los cerdos de la granja Hermanos Carrasco.

Esta semana, la Fundación escribe que la Audiencia Provincial de Murcia ha acogido el recurso, con lo que se inicia el esperado proceso judicial. El auto concuerda que existen claras evidencias de maltrato animal, al concluir que: “Los animales que aparecen en dichas imágenes presentan lesiones compatibles con una situación de maltrato por omisión o negligencia donde no se han tomado las medidas necesarias en el momento adecuado encaminadas a evitar su sufrimiento continuo, siendo abandonados a su suerte hasta que mueren, siendo objeto de prácticas de canibalismo por parte de sus congéneres de corral”.

Javier Moreno, cofundador de Igualdad Animal, que investigó la granja junto a Jordi Évole y su equipo, declaró: “Es un paso muy importante que los responsables de los abusos cometidos en esta granja de los horrores, un escándalo que conmocionó a la sociedad española, sean juzgados. Es necesario que haya juicio para que asuman todas las responsabilidades y se haga justicia en un caso que no solo es el mayor escándalo de maltrato en granjas en la historia de España, sino que es un posible escándalo de salud pública que la ciudadanía tiene derecho a conocer”.

Igualdad Animal revela que gran parte de los animales, destinados al consumo humano, padecían hernias y tumores tan grandes que algunos no podían ni moverse, deformidades y abscesos, sin recibir ningún tipo de atención veterinaria.

“Había cadáveres de cerdos pudriéndose entre los vivos e incluso documentamos escenas de canibalismo entre algunos animales”, señala la organización, agregando que en esos momentos la granja de los Hermanos Carrasco suministraba sus cerdos a El Pozo, multinacional española con presencia en 80 países.

Igualdad Animal escribe que El Pozo se negó a participar en el programa donde se expusieron los horrores de la granja de los hermanos Carrasco. “Desde un primer momento, El Pozo negó su vínculo, pero las imágenes de animales enfermos y deformes emitidas tuvieron repercusión internacional y varios supermercados belgas retiraron los productos de El Pozo de sus estanterías. Fue entonces cuando, temiendo la misma reacción en otros países, El Pozo emitió un comunicado en el que informaba que había roto relaciones con la granja investigada. De esa forma, El Pozo reconocía el vínculo que había negado desde el principio de la crisis”.

Indudablemente este es un logro importante. Celebramos la decisión de la audiencia de Murcia, que contrasta con la pasividad observada en países como Noruega, donde prácticas similares en granjas porcinas pueden prolongarse hasta por una década sin que las autoridades administrativas, políticas ni judiciales decidan intervenir, según hemos denunciado.

Igualdad Animal invita a los interesados a firmar la petición “Stop Granjas Industriales. Al momento de publicación de este artículo, 9.485 personas han firmado la petición, con lo que faltan poco más de 500 para conseguir las 10.000 necesarias.

Ilustración: Fotografías de cerdos enfermos con hernias, destinados a la producción de productos cárnicos de El Pozo, y fotografía del equipo jurídico y representantes de Igualdad Animal en el frontis de los Juzgados de Totana © Igualdad Animal. Logotipo de El Pozo, fotograma, presentación de la empresa en YouTube © El Pozo.

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Gucci enfrenta críticas por uso de tigres en campaña publicitaria

Una reciente campaña de Gucci para promocionar una línea de productos con motivo del Año del Tigre mostraba a algunos de los grandes felinos no en su entorno natural, sino en un ambiente de estilo de vida de los ricos y famosos. Los tigres, con su majestuosa presencia, fueron colocados junto a personas con ropa y accesorios caros en casas con esa decoración chillona que supuestamente es sinónimo de gran riqueza.

Diversos grupos de defensa de los animales arremetieron contra la marca por tratar a los animales salvajes y en peligro de extinción como si fueran mascotas o accesorios.

El razonamiento de quienes critican a Gucci es que tales campañas glorifican el abuso de los animales y contribuyen a la sensación de que son juguetes para el disfrute humano, al tiempo que pueden fomentar su explotación.

La campaña de Gucci podría incluso alimentar la demanda pública de productos y experiencias con animales salvajes, ya sean legales o ilegales.

Experto en marketing elogia a Gucci

“No veo ningún motivo de controversia”, dijo a Campaign Magazine Daniel Langer, CEO de la empresa de estrategia y desarrollo de marcas de lujo Équité y profesor ejecutivo de estrategia de lujo en la Universidad Pepperdine de California. “La forma en que está filmada la campaña es del típico estilo de Gucci, una celebración de la gente que expresa su individualidad utilizando el humor y la ligereza al exagerar una situación claramente absurda con un guiño”. Según Langer, “mostrar un animal puede ayudar a sensibilizar y a motivar medidas de conservación. Tiene que ser siempre con la marca y respetuoso. Gucci lo ha hecho perfectamente”.

Hay un cambio y positivo, aunque lento

Boaz Paldi, director de compromisos y asociaciones globales del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que trabaja en una amplia gama de iniciativas de protección de los animales, declaró a Campaign: “Hay un cambio lento. No es tan rápido como nos gustaría, pero está ahí. Los consumidores de hoy en día son más conscientes del impacto medioambiental, de la sostenibilidad, de los costes reales de los productos y de los daños. Definitivamente estamos viendo ese cambio en todos los ámbitos”.

Paldi dice que entiende las críticas a la campaña de Gucci. “Sólo hay unos 3.800 tigres en estado salvaje, así que es un problema muy, muy grave, y creemos que la percepción de los animales como accesorios contribuye a ello. Necesitamos que las organizaciones lideren el camino educando a sus consumidores sobre la situación de los animales salvajes, en lugar de impulsar directa o inadvertidamente su explotación comercial”.

Ilustración: fotograma, campaña de Gucci, YouTube.

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En Estados Unidos, los fiscales comparan a las macrogranjas con las víctimas de abuso sexual

En los juicios contra animalistas, las filmaciones hechas por estos, donde documentan las espantosas y crueles prácticas contra los animales, son excluidas como evidencia ya que “exponen innecesariamente a la víctima”.

La publicación The Intercept escribe que en un reciente aumento de las causas en tribunales estadounidenses contra activistas de los derechos de los animales, que se enfrentan a fuertes condenas por sacar a animales enfermos de las granjas, las autoridades buscan suprimir toda mención durante el juicio de la crueldad con los animales, a pesar de tratarse de un factor altamente relevante.

El mes que viene, un juez de Utah escuchará las mociones previas al juicio sobre la exclusión de pruebas en un caso contra dos miembros del grupo de liberación animal Direct Action Everywhere, o DxE. Los activistas se enfrentan a cargos de robo y hurto por sacar dos lechones agonizantes de una granja porcina en 2017, por lo que podrían ser condenados a más de una década de prisión. El fiscal general de Utah busca excluir todas las pruebas y testimonios relacionados con el trato tortuoso a los animales, incluido un espeluznante vídeo filmado por los activistas mientras retiraban a los cerdos.

En concreto, el fiscal busca reducir sustancialmente  la capacidad de los activistas para defenderse en el juicio. “Creo que se trata de una práctica muy poco ética e inconstitucional. Amordaza a los activistas y les impide contar una historia coherente a un jurado”, declaró Jon Frohnmayer, activista y abogado de DxE a la publicación, agregando que “más preocupante aún es que impide el análisis de las pruebas de crueldad animal en un tribunal, que es precisamente la instancia en que deberían analizarse dichas pruebas. Es, en definitiva, un abuso institucional de los animales por parte de la misma institución que debería protegerlos”.

Los tribunales de Estados Unidos tienen un preocupante historial de excluir las pruebas de violencia contra los animales en los casos de liberación animal. Sin este contexto esencial, la acusación ha enmarcado a los acusados como vándalos sin sentido, ladrones e incluso terroristas.

The Intercept Recuerda un renombrado caso federal de mediados de la década de 2000 contra los activistas de Stop Huntingdon Animal Cruelty, “los 7 de la SHAC”, como se les conoce, quienes fueron condenados por cargos federales de terrorismo, en circunstancias que su actividad debió haber estado protegida por la Primera Enmienda. Durante el juicio, a los activistas de la SHAC no se les permitió ni siquiera mencionar el horrible tratamiento de los animales en los laboratorios de pruebas de Huntingdon Life Sciences.

Natasha Lennard, autora del artículo, recuerda otros juicios en que el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha calificado a los defensores del medio ambiente y de los animales de “terroristas”, a pesar de que estos movimientos nunca mataron a personas o animales.

Lennard observa que la estrategia del fiscal general de Utah para excluir pruebas, incluye desvirtuar  la llamada defensa por necesidad, que podría, por ejemplo, justificar legalmente que una persona rompa un cristal del coche de un desconocido para salvar a un perro que se está asfixiando. Este principio, que podría aplicarse a los casos de rescate de animales que sufren, no puede ser invocado ya que la documentación de tal sufrimiento -por ejemplo filmaciones hechas por los activistas dentro de la granja- es inadmisible.

“Las mordazas de los tribunales al hablar de la violencia contra los animales forman parte de un tratamiento más amplio y perverso de los animales ante la ley”, comentó Lauren Gazzola a The Intercept. Gazzola es una activista de la SHAC que cumplió 40 meses en una prisión federal. “Legalmente, los animales son propiedad. Son materia prima que se convierte en comida o ropa o se utiliza como tubo de ensayo”.

Un ejemplo en jurisprudencia, donde la fiscalía ha conseguido excluir pruebas, ha sido una norma de Utah concebida para proteger a las víctimas y supervivientes de agresiones sexuales, conocida comúnmente como ley de escudo contra la violación. “Existen importantes precedentes de exclusión de pruebas, cuando estas puedan crear confusión o desprestigiar a la víctima, como ocurre en este caso”, escribió el fiscal general, comparando así, literalmente, a una poderosa empresa agrícola – “la víctima”- con una persona que ha sido agredida sexualmente.

Bonnie Klapper, ex fiscal federal que ahora asiste a activistas de los derechos de los animales como abogada defensora penal, dijo a Lennard que “El propósito de esta norma probatoria es proteger a las víctimas de agresiones sexuales para que no sigan siendo víctimas en los tribunales. Nunca se pretendió impedir la revelación de pruebas relacionadas con la crueldad hacia los animales. Es irónico que el fiscal utilice una ley de escudo contra la violación para proteger la reputación del propietario de la granja porcina, el gigante industrial de la carne Smithfield, que se dedica a la inseminación forzada masiva y repetida de hembras y a la castración de lechones machos sin anestesia. Legalmente, los animales son cualquier cosa, menos lo que realmente son: individuos sensibles y a menudo cognitivamente complejos con vidas que merecen ser vividas”.

The Intercept agrega que también es irónico que el gobierno intente excluir las pruebas de vídeo que muestran un relato completo y total de los supuestos delitos. Los activistas se filmaron a sí mismos entrando en la instalación porcina; dirigieron la cámara hacia los cerdos -cerdos madre con los pezones ensangrentados, cerdos con enormes llagas abiertas, lechones muertos y moribundos en el suelo- y se filmaron a sí mismos sacando a los lechones. La fiscalía argumenta que, si se presenta ante el tribunal, los comentarios de los activistas sobre las nefastas condiciones de la fábrica y cualquier mención al maltrato de la empresa a sus animales serían “injustamente perjudiciales”. El hecho de que un fiscal haga todo lo posible por excluir las imágenes en tiempo real del presunto delito es, en realidad, un intento de ofuscación al excluir un contexto fundamental para el juicio.

Natasha Lennard concluye su artículo señalando que los activistas de la liberación animal se arriesgan para cambiar los paradigmas legales y sociales en torno al tratamiento de la vida no humana. “Los tribunales serían un escenario clave para esta lucha si no fuera por las tácticas silenciadoras de los fiscales del Estado”.

Ilustración: Fotograma del video ¿Activistas que se enfrentan a 60 años de prisión por el rescate de lechones?

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Dolce & Gabbana se despide de las pieles y de la angora

La casa de moda Dolce & Gabbana ha confirmado que suprimirá las pieles y la angora de todas sus futuras colecciones.

Dolce & Gabbana ha tomado una decisión compasiva y comercialmente acertada, de prohibir las pieles y la angora, que se ajusta perfectamente a los tiempos que corren. El nuevo razonamiento es que ninguna buena persona quiere vestir la piel y el pelaje de animales atormentados.

Tanto si las pieles proceden de un animal criado en una granja peletera como de uno atrapado en la naturaleza, su utilización para la confección de prendas de vestir causaba un inmenso sufrimiento a un ser vivo y sensible.

La mayoría de los animales utilizados por la industria peletera pasan toda su vida en jaulas estrechas, donde se pasean frenéticamente de un lado a otro, roen los barrotes y se mutilan.

Otros son atrapados en trampas de acero, que se cierran sobre sus patas, a menudo cortando hasta el hueso, causando un dolor insoportable y pérdida de sangre. Algunos intentan mordisquear sus propias patas para escapar. Si los animales atrapados no mueren por la pérdida de sangre, infecciones o ataques de otros animales, los tramperos los estrangulan, les disparan o los pisotean hasta que mueren.

En las granjas de angora, los conejos suelen estar en jaulas pequeñas, sucias y estériles y son trasquilados hasta cuatro veces al año. Durante este aterrador proceso, a menudo se les sujeta físicamente mientras los trabajadores les arrancan el pelo, haciéndoles chillar de dolor.

Las empresas que venden pieles son cómplices de esta crueldad. Negarse a vender pieles es la única manera de ayudar a eliminar el sufrimiento de los animales explotados por el comercio de pieles, por lo que cientos de grandes diseñadores y minoristas -como Armani, Burberry, Chanel, Gucci, Macy’s, Prada y Versace- ya las han prohibido.

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El gobierno de España intenta amordazar a ministro por criticar las macrogranjas

Las afirmaciones de un ministro del Gobierno español de que la ganadería industrial está dañando el medio ambiente y provocando la exportación de carne de mala calidad han provocado una furiosa reacción tras la publicación de sus comentarios en el periódico británico The Guardian.

En una entrevista publicada el 26 de diciembre, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, defendió el pastoreo tradicional “como medio de ganadería medioambientalmente sostenible”.

“Eso es sostenible; lo que no lo es en absoluto son estas llamadas megagranjas”, dijo. “Encuentran un pueblo en un lugar despoblado de España y meten 4.000, o 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”.

Sus declaraciones han provocado la indignación de la industria cárnica, de los políticos de la oposición y del propio Gobierno. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, dijo que Garzón hablaba a título personal. Añadió que la industria ganadera era “una prioridad absoluta” para el Gobierno y alabó la “altísima calidad” de sus productos.

Lejos de arrepentirse, Garzón rechazó la afirmación de que hablaba a título personal. “Lo que dije, lo dije como ministro de Consumo. No hay otra forma de verlo”, dijo en una entrevista radiofónica en la Cadena Ser, añadiendo que sus comentarios fueron “impecables”.

“No estoy diciendo nada nuevo”, dijo a la emisora. “Sólo transmito lo que dicen los científicos. Todo el mundo sabe que la cría industrial de carne provoca contaminación… y emite gases de efecto invernadero. Europa ha presentado una demanda contra España por el nivel excesivo de contaminación por nitratos”.

Garzón también señaló que mientras la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda comer entre 200 y 500 gramos de carne a la semana, el español medio consume más de 1 kilo.

El presidente de la asociación agraria Asaja, Pedro Barato, acusó a Garzón de irresponsable y pidió su dimisión. “La ganadería española depende de las exportaciones para sobrevivir”, dijo. “No se puede lanzar este tipo de mensajes en la prensa internacional”.

Álvaro Mateos Amann, presidente de la asociación vasca de veterinarios de Vizcaya, también exigió la dimisión de Garzón, diciendo que los comentarios de lo que llamó el “pseudo-ministro” eran otra demostración de “la mala calidad de nuestros representantes políticos y su falta de respeto por el sector ganadero”.

El partido de centro-derecha Ciudadanos dijo en un comunicado que “en un solo párrafo” Garzón había causado un daño “irremediable” a la industria ganadera española, mientras que Pablo Casado, líder del partido conservador Popular, dijo que era “inaceptable que el Gobierno dijera a la prensa internacional que España exporta carne de mala calidad procedente de animales maltratados”.

Es decir, las críticas se centran en el empleo y la economía, pero no en los hechos que Garzón expuso, en cuanto al grave perjuicio medioambiental y la mala calidad de la carne procedente de animales que sufren.

Un informe publicado en octubre afirmaba que la cría intensiva de cerdos probablemente desempeñó un papel importante en una de las mayores catástrofes medioambientales de España, que provocó la muerte de miles de peces en el Mar Menor, una laguna de agua salada en el sureste de España.

Los científicos culpan a décadas de vertidos cargados de nitratos procedentes de las granjas de haber desencadenado enormes floraciones de algas que agotan el oxígeno del agua, provocando la asfixia de los peces bajo el agua.

En Sociedad Vegana hemos traducido la entrevista completa concedida por el ministro Garzón a The Guardian, publicada el 26 de noviembre:

Los españoles deberían comer menos carne para limitar la crisis climática, dice un ministro

Alberto Garzón quiere que la población reconozca el impacto de las megagranjas en el medio ambiente y cambie sus hábitos alimentarios

Comer menos carne será fundamental para ayudar a España a mitigar los efectos de la emergencia climática, frenar el proceso de desertización y proteger su vital industria turística, ha dicho el ministro de Consumo del país.

Alberto Garzón dijo que los españoles tienen que darse cuenta del enorme impacto que el consumo de carne -en particular la carne de vacuno criada en megagranjas industriales- tiene en el medio ambiente, y cambiar sus hábitos alimentarios en consecuencia.

“La gente aquí conoce el papel que desempeñan los gases de efecto invernadero en el cambio climático, pero tiende a relacionarlo con los coches y el transporte”, dijo Garzón a The Guardian.

“Hace muy poco que todo el mundo empezó a fijarse en el impacto de la cadena de consumo animal y, sobre todo, en el impacto de la carne de vacuno. Otros países estaban bastante avanzados en eso, pero en España ha sido un tabú”.

La ministra afirmó que la geografía del país lo hace profundamente vulnerable al cambio climático, y añadió que la España que la gente conoce y ama corre el riesgo de desaparecer para siempre.

“Si no actuamos, no será sólo el cambio climático al que nos enfrentemos, será la triple crisis: la pérdida de biodiversidad; la contaminación y el cambio climático”, dijo.

“Sería el fin para un país como España. España es un país de la cuenca mediterránea -no es el Reino Unido o Alemania- y la desertificación es un problema muy grave para nuestro país, entre otras cosas porque depende mucho del turismo. Visitar un desierto no es tan atractivo como visitar la Costa del Sol”.

Garzón dice que los españoles no tienen que dejar de comer carne, pero sugiere que coman mucho menos y que se aseguren de que sea de buena calidad, por el bien de su salud y del medio ambiente. Contrasta los productos baratos de producción masiva con la carne criada de forma tradicional.

“La cría extensiva es una forma de ganadería sostenible desde el punto de vista medioambiental y que tiene mucho peso en zonas de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura”, afirma.

“Eso es sostenible; lo que no lo es en absoluto son las llamadas megagranjas… Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4.000, o 5.000, o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”.

El ministro también se refirió a un reciente informe en el que se constata que 20 empresas ganaderas son responsables de más emisiones de gases de efecto invernadero que Alemania, Gran Bretaña o Francia.

Garzón, economista y coordinador de la alianza de Izquierda Unida en el gobierno de coalición liderado por los socialistas españoles, fue noticia cuando en julio instó a los ciudadanos a reducir su consumo de carne.

Señaló que el español medio come más de un kilo de carne a la semana, a pesar de que la agencia alimentaria del país recomienda comer entre 200 y 500 gramos, y que España es el país de la UE que más carne come, sacrificando 70 millones de cerdos, vacas, ovejas, cabras, caballos y aves al año para producir 7,6 millones de toneladas de carne.

Sus llamamientos han sido objeto de burla y rechazo, sobre todo por parte de sus propios socios de gobierno. La ministra de Agricultura dijo que el sector agrario estaba siendo objeto de “críticas profundamente injustas cuando merece respeto por el trabajo honesto que realiza tanto para nuestra alimentación como para nuestra economía”, mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pareció burlarse de la sugerencia, diciendo: “Hablando personalmente, un filete al punto es difícil de superar”.

Garzón atribuye el fuego amigo a lo que denomina diplomáticamente “los diferentes programas y políticas” de los partidos de la coalición, y dice que siempre supo que enfrentarse a la industria cárnica provocaría una respuesta furiosa.

“Sabíamos desde el principio que el tema sería controvertido, pero había que hacerlo”, dijo. “Otros países -como Alemania, Reino Unido y Francia- nos llevan mucha ventaja en esto. Era la primera vez en España que alguien del Gobierno decía lo que los científicos llevan diciendo desde hace mucho tiempo.”

La ministra también se dio cuenta de que la mayoría de las críticas públicas procedían de hombres que, al parecer, “sentían que su masculinidad se vería afectada por no poder comer un trozo de carne o hacer una barbacoa”. Las mujeres, en cambio, se mostraron mucho más receptivas al mensaje.

“Creemos que una parte de la sociedad ya estaba preparada para ello y se había mentalizado”, dijo. “Pero todavía teníamos que empujar y no había ningún partido político que nos apoyara. Ni uno. Ni siquiera dentro de la coalición de gobierno”.

No obstante, Garzón está convencido de que en España se está produciendo por fin un debate público sobre la carne que debería haberse producido hace tiempo.

“Las organizaciones de la sociedad civil y las asociaciones de ecologistas, pediatras, médicos y nutricionistas salieron a defendernos hasta el final”, dijo.

“Creo que eso nos ayudó a ganar el debate, porque el tema se debatió durante tres días en todos los telediarios y en los bares”.

Fotografía del ministro Alberto Garzón: Wikipedia

Lectura sugerida: Elbeik, España y la Unión Europea: cuando se toca fondo

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Virginia pone fin a las pruebas de cosméticos en animales

El estado federado de Virginia, Estados Unidos, pondrá fin a las pruebas de cosméticos en animales a partir del 1 de enero de 2022.

Las dos nuevas leyes que entrarán en vigor el 1 de enero prohíben que los nuevos cosméticos sean probados en animales y la venta de cosméticos probados en animales en el estado, escribe el canal 8News/WRIC, agregando que el año que viene se tiene previsto adoptar nuevas medidas legislativas para acabar con la crueldad hacia los animales.

Monica Engebretson, de Cruelty Free International, aplaude la nueva ley. Dijo a 8News que las pruebas eran anticuadas y dolorosas. Se trataba de afeitar la piel de cobayas y conejos y frotar sustancias en su piel y ojos para ver cómo reaccionaban.

Engebretson dijo que las pruebas de cosméticos en animales tampoco son fiables: “Las pruebas con animales nunca fueron realmente buenas para predecir la respuesta humana, es simplemente todo lo que tenían en ese momento”.

8News también supo que el congresista de Virginia Don Beyer está trabajando en un proyecto de ley similar a nivel federal para poner fin a las pruebas de cosméticos en animales en todo el país.

Ilustración: Fotograma, 8News/WRIC.

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¿Por qué los derechos de los animales?

Ingrid E. Newkirk, coautora del libro Animalkind, ha escrito un interesante artículo, que por su interés hemos traducido al español.

“Casi todos nosotros hemos crecido comiendo carne, poniéndonos prendas de cuero y yendo a circos y zoológicos. Muchos de nosotros compramos nuestras queridas “mascotas” en tiendas de animales y mantuvimos hermosos pájaros en jaulas. Vestíamos lana y seda, comíamos hamburguesas de McDonald’s y pescábamos. Nunca consideramos el impacto de estas acciones en los animales implicados. Por la razón que sea, ahora te planteas la pregunta: ¿Por qué deben tener derechos los animales?

En su libro Animal Liberation, Peter Singer afirma que el principio básico de igualdad no requiere un trato igual o idéntico, sino una consideración igual. Esta es una distinción importante cuando se habla de los derechos de los animales. La gente suele preguntar si los animales deben tener derechos, y sencillamente, la respuesta es “Sí”. Los animales merecen, sin duda, vivir sus vidas sin sufrimiento ni explotación. Jeremy Bentham, el fundador de la escuela utilitaria reformadora de la filosofía moral, afirmó que al decidir sobre los derechos de un ser, “La cuestión no es “¿Pueden razonar?” ni “¿Pueden hablar?” sino “¿Pueden sufrir?” En ese fragmento, Bentham destaca la capacidad de sufrimiento como la característica vital que otorga a un ser el derecho a la igualdad de consideración. La capacidad de sufrimiento no es una característica más como la capacidad de lenguaje o de matemáticas superiores. Todos los animales tienen la capacidad de sufrir del mismo modo y en el mismo grado que los humanos. Sienten dolor, placer, miedo, frustración, soledad y amor materno. Siempre que consideremos hacer algo que interfiera con sus necesidades, estamos moralmente obligados a tenerlas en cuenta.

Los defensores de los derechos de los animales creen que éstos tienen un valor inherente, un valor completamente independiente de su utilidad para los humanos. Creemos que toda criatura con voluntad de vivir tiene derecho a vivir sin dolor ni sufrimiento. Los derechos de los animales no son sólo una filosofía, sino un movimiento social que desafía la visión tradicional de la sociedad de que todos los animales no humanos existen únicamente para el uso humano.

Cuando se trata de dolor, amor, alegría, soledad y miedo, una rata es un cerdo es un perro es un niño. Cada uno valora su vida y lucha contra el cuchillo. Solo los prejuicios nos permiten negar a otros los derechos que esperamos tener para nosotros. Ya sea por raza, género, orientación sexual o especie, el prejuicio es moralmente inaceptable. Si no te comerías un perro, ¿por qué comer un cerdo? Los perros y los cerdos tienen la misma capacidad de sentir dolor, pero son los prejuicios basados en la especie los que nos permiten considerar a un animal como compañero y al otro como cena”.

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La policía investiga por qué se mató a un cerdo en una escena de una nueva serie de Netflix

Un denunciante informó a la organización de derechos de los animales PETA que un cerdo fue abatido a tiros como parte del rodaje de una serie danesa dirigida por Nicolas Winding Refn.

“Matar a un ser sensible y explotar esa muerte en aras del entretenimiento es inaceptable y puede ser ilegal”, dice la vicepresidenta senior de PETA, Lisa Lange. “Ningún animal debería sufrir o morir para el entretenimiento humano, y PETA pide al co-CEO de Netflix, Reed Hastings, que deje en la sala de edición cualquier metraje que pueda glorificar la matanza innecesaria y sin sentido de este cerdo”.

PETA ha sido informada de que el granjero que suministró los cerdos vivos admitió que uno de ellos iba a ser sacrificado específicamente para una escena del programa. El zoológico de Copenhague confirmó haber recibido un cerdo muerto de la producción, y la policía danesa está investigando actualmente. La ley danesa sobre el bienestar de los animales establece que “los animales no deben ser entrenados o utilizados en espectáculos, actuaciones circenses, rodajes de películas o similares si el animal sufre un malestar significativo”.

PETA insta a cualquier persona que sea testigo de la crueldad hacia los animales en la industria del entretenimiento a que lo denuncie visitando PETA.org/Report. Se mantendrá el anonimato de los denunciantes. PETA se opone al especismo, una visión del mundo supremacista del ser humano. Su lema es, en parte, que “los animales no son nuestros para usarlos como entretenimiento”.