El gobierno galo llega así a la misma conclusión alcanzada en 2015 por la OMS, comprometiéndose a reducir los nitratos y nitritos en toda su gama de “charcutería”.
Las autoridades sanitarias francesas han demostrado la relación entre los nitratos añadidos a la carne procesada y el cáncer de colon, hecho que supone un duro revés para las famosas industrias de jamón y embutidos del país.
La organización nacional de seguridad alimentaria de Francia, Anses, publicó un informe oficial donde llega a las mismas conclusiones publicadas por la Organización Mundial de la Salud en 2015 (OMS), sobre el impacto que los nitratos y nitritos tienen en la salud humana.
Según un comunicado, Anses “recomienda minimizar el consumo de la gama de nitratos y nitritos restringiendo expresamente la exposición a través del consumo de alimentos”.
Los nitratos se añaden a una variedad de productos alimentarios para mejorar la vida útil y el sabor, así como para contribuir al color rosa de los productos a base de carne de cerdo.
El gobierno galo se apresuró a declarar que pondrá en marcha un plan para minimizar el uso de estos productos químicos a lo largo de este año. “Se trata de reducir su uso a lo estrictamente necesario”, afirmaron los ministros de Sanidad y Agricultura en una declaración conjunta. “La reducción debe hacerse de forma equilibrada para garantizar la seguridad alimentaria de los consumidores”.
Francia es un importante productor de embutidos, conocidos como charcutería. La advertencia se extendió a todas las carnes procesadas, incluido el tocino, que es popular en Estados Unidos y el Reino Unido, así como el salami italiano, el chorizo español, la salchicha alemana y la charcutería francesa.
En 2015, la Organización Mundial de la Salud emitió una advertencia después de que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer determinara que las carnes procesadas debían clasificarse como carcinógenos del grupo 1. La industria cárnica global reaccionó indignada ante lo que calificó de ataque contra sus intereses. Llama entonces la atención que siete años después, Francia, cuyos gobiernos tradicionalmente han defendido férreamente los intereses de su sector agrícola, haya optado, al menos en esta ocasión, por favorecer investigaciones científicas y la salud humana.