Una persona no identificada ha liberado a miles de visones de una granja de Pensilvania, EE.UU. Mientras las autoridades se afanan por recapturar a los animales, el incidente sirve de crudo recordatorio de las nefastas condiciones de las granjas de visones.
Hasta 8.000 visones han escapado de una granja del municipio de Rockefeller, en Pensilvania, escribe el periódico The Guardian. Según un informe de la policía estatal de Pensilvania, el incidente fue propiciado por una persona no identificada que abrió un agujero en la valla de la granja en la madrugada del domingo. Las agencias estatales y el personal de la granja han participado en un esfuerzo coordinado para recapturar a los animales, la mayoría de los cuales se cree que han sido atrapados el martes 19 de septiembre.
Aunque el motivo de la fuga masiva sigue sin estar claro, la Fur Commission USA, organismo nacional que representa a los criadores de visones, ha condenado el incidente. “Este acto no es sólo un ataque a una única granja, sino un golpe a las comunidades rurales y al ecosistema circundante. La granja atacada es una actividad legal y certificada que sigue unas directrices estrictas para el trato humanitario de los animales”, afirma la Comisión en un comunicado. Esta declaración se hace eco de su postura sobre un incidente anterior en Ohio, donde calificaron la liberación de hasta 40.000 visones como “un acto devastador de violencia, crueldad animal y vandalismo”.
Lo que pensamos en Sociedad Vegana sobre la hipocresía de la Fur Commission USA
Las declaraciones de la Fur Commission USA exudan un aire de preocupación por el bienestar animal que es incompatible con la industria que representa. Contrastemos sus afirmaciones con la realidad de la industria de la piel de visón. Tras la careta del “trato humanitario de los animales” se esconde una realidad espantosa. Los visones son criaturas semiacuáticas, naturalmente adaptadas a una vida de libre movimiento, natación e interacción social. Sin embargo, en las granjas peleteras se les condena a estrechas e inmundas jaulas de alambre donde se les priva de sus necesidades básicas de comportamiento.
Los métodos de sacrificio también son atroces, y están diseñados para preservar la calidad de la piel en lugar de minimizar el sufrimiento de los animales. El gaseado y la electrocución anal son técnicas habituales, ninguna de las cuales garantiza una muerte rápida o indolora. Es una flagrante contradicción que la Fur Commission USA exprese su consternación por la “crueldad animal” cuando la industria que defienden está plagada de prácticas que son el epítome de la crueldad.
La industria de la piel de visón es un ejemplo flagrante de irresponsabilidad ética, que reduce a seres sensibles a meras mercancías al servicio de la moda y el lujo. Aunque la Fur Commission USA habla de “violencia, crueldad animal y vandalismo”, su preocupación en realidad es motivada por las pérdidas económicas y la imagen pública, más que las implicaciones éticas de confinar y matar animales para obtener un beneficio estético. Esta dualidad en sus declaraciones expone una brecha significativa entre sus pretendidos valores y el sufrimiento tangible que perpetúa su industria. En otras palabras, un nuevo ejemplo de hipocresía corporativa; las cosas por su nombre.
Por Héctor Pizarro, Sociedad Vegana