The Guardian ha informado sobre los planes de la industria de la carne para presentar una narrativa pro-cárnica en la próxima conferencia climática COP28. Enfrentada a las críticas por sus importantes emisiones de gases de efecto invernadero, la industria pretende presentar la carne como un “alimento sostenible”. Esta iniciativa está siendo liderada por grandes empresas como JBS y grupos influyentes como la Global Dairy Platform y el North American Meat Institute.
Los documentos de la Alianza Mundial de la Carne (GMA), filtrados a The Guardian, revelan un esfuerzo concertado para promover la perspectiva de la industria respecto al impacto medioambiental. Estos documentos sugieren que la industria está tratando de desafiar las opiniones predominantes sobre el daño medioambiental causado por la producción de carne y lácteos, en particular haciendo hincapié en lo que denomina “el papel de la carne en el mantenimiento de suelos sanos a través de la agricultura regenerativa”, a pesar del escepticismo científico sobre su eficacia a largo plazo en el almacenamiento de carbono.
Esto significa que la industria cárnica se está preparando estratégicamente para contrarrestar la narrativa de que reducir el consumo de carne es esencial para los objetivos del cambio climático. Planean utilizar su presencia en la COP28 para influir en los debates y en los responsables políticos, aprovechando las oportunidades de patrocinio que ofrece la conferencia y desplegando mensajes clave. Este enfoque incluye presentar las dietas basadas en plantas como extremas y presionar para que se incluya la carne en los debates sobre seguridad alimentaria y nutrición.
Existe una discrepancia significativa entre los niveles de consumo de carne en las distintas regiones, con los europeos y los norteamericanos consumiendo mucho más que la media mundial. La argumentación de la industria también pasa por alto el hecho de que las cuestiones relacionadas con el hambre y la malnutrición suelen estar motivadas por problemas de acceso a los alimentos y de distribución, más que de producción.
Además, la influencia de la industria se extiende a la política gubernamental, con grandes cantidades de dinero público que apoyan a los ganaderos de carne y productos lácteos frente a las fuentes alternativas de proteínas. Esta cómoda relación entre los gobiernos y la industria suscita dudas sobre la eficacia de las intervenciones del lado de la demanda para reducir el consumo de carne.
Los esfuerzos de la GMA forman parte de una tendencia más amplia en la que las grandes partes interesadas a menudo eclipsan las voces de los pequeños agricultores y ganaderos en los debates sobre el clima. A pesar de realizar una importante contribución a la producción mundial de alimentos, estos grupos reciben una mínima parte de la financiación climática y de la representación en los foros mundiales.
Ilustración: Sociedad Vegana vía Midjourney